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Día 2: Jesús mi libertador

Jesús vino a darnos vida y vida en abundancia, y esa “abundancia” incluye libertad. Jesús vino a darle libertad a los cautivos. Creemos que “cautivos” solo aplica para las personas que están en cárcel, pero a veces podemos estar cautivos de nuestro pasado, de nuestras ansiedades, temores, dolores o cautivos a un pecado. Solo en Jesús podremos ser verdaderamente libres.

Jesús fue enfático en liberarnos del enemigo, de sus mentiras y en deshacer las obras del mal.

Necesitamos preguntarnos ¿en qué área de mi vida no soy libre? Necesitamos que el Espíritu Santo examine nuestra vida para saberlo. Cuando sabemos qué área o situación nos tiene cautivos el siguiente paso es entregársela a Dios, y para eso tiene que ser expresado. Entregarle a Dios una carga no es una acción de una sola vez, es un hábito constante.

No es suficiente entregar mis cargas para ser verdaderamente libres, sino tenemos que intercambiarla por la de Cristo. Descubre tu carga y lo que te tiene preso, entrégalo y toma la carga de Cristo y habrá verdadera libertad.

Mi libertad se encuentra intercambiando mis cargas con Dios. La única forma de que Dios lleve mi carga es que él tenga control total de mi vida.

Oración: Jesús, sé mi libertador. Recibo la vida en abundancia que quieres darme y recibo con ello la libertad. Hazme libre de todo lo que estorbe para vivir una vida conforme tu propósito. En el nombre de Jesús, amén.