Antiguo Testamento con Fermín IVMuestra

La historia de Gedeón continúa y, habiendo comenzado bien, termina mal. La avaricia corrompió su corazón e hizo un efod que se convirtió en un objeto de idolatría. A su muerte, el pueblo se olvidó del Señor y terminó adorando los mismos dioses que Gedeón había destruido.

Apuntemos hacia el final, continuemos en humildad sirviendo al Señor, que los últimos años sean los mejores al transmitir a la nueva generación el mensaje de la cruz.

Gedeón fue empujado por Dios para tomar el liderazgo de Israel pero su hijo Abimelec se impuso él mismo, quitándole la vida a sus 70 hermanos del lado de su padre. Encontrando apoyo en sus otros hermanos. Sólo uno escapó de sus manos, y la historia que él cuenta en forma de parábola nos da una enseñanza acerca de la soberbia y orgullo.

Estos árboles, que rechazan ser rey sobre los árboles, estaban enfocados en dar el fruto que se esperaba de ellos. No quiere decir que no estaban capacitados para hacerlo. Pero al llegar a la zarza, ésta ofrece algo que nunca podría hacer, darle sombra a los demás. Amenaza que si no se abrigan en ella, saldría fuego que quemaría a los árboles más frondosos.

¿Cómo no se dan cuenta? Hacer rey a alguien así sólo iba a traer problemas, pero lo hicieron. Apoyar a Abimelec no iba a llevar a ningún otro lugar sino a la ruina. En ocasiones cometemos el error de no darle valor al carácter, a las actitudes de las personas, y darle valor solamente a las aptitudes o habilidades que tienen. Confiamos situaciones que no deberíamos confiar en base a lo que hemos visto. Así lo hicieron en Israel, le dieron poder a alguien que terminaría destruyendo a las mismas personas que lo apoyaron al principio.

La historia no nos deja mentir, a través de los siglos hemos visto esta historia repetirse, la Biblia es relevante a lo que vivimos. 

¿Qué debemos hacer? Orar por sabiduría, sabiendo que Dios nos invitó a pedirla si nos hacia falta. Antes de tomar decisiones, necesitamos confirmar con Dios lo que es bueno para nosotros. Debemos ser pacientes. El carácter sale a relucir con el tiempo, con las pruebas y con los triunfos. Solo es cuestión de esperar, y conoceremos a las personas. Debemos pedir perdón al Señor si no hemos sido responsables de lo que se nos ha encargado.