Discerniendo la profecía y las señales de los últimos tiemposMuestra

¿Qué hace que una profecía sea válida?

La revelación y la profecía son dos tipos de unción del Espíritu Santo que prepararán el camino para la segunda venida de Cristo. Los profetas del Antiguo Testamento prepararon el camino para la primera venida de Jesús, y los apóstoles y profetas de la iglesia de hoy ayudarán a preparar el camino para Su segunda venida. Revelarán verdades esenciales de Dios, así como los apóstoles y profetas del primer siglo ayudaron a la iglesia primitiva a entender la plenitud del evangelio: “Misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a Sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu” (Efesios 3:5).

Dios les ha dado a los apóstoles y profetas la capacidad de interpretar los tiempos y las temporadas que vivimos, y los necesitamos tanto como a cualquier otro ministerio de la iglesia. Sin ellos, no podremos aprehender los misterios y consejos de Dios, que de otra manera permanecerían ocultos. El Espíritu Santo está levantando voces apostólicas y proféticas para anunciar la llegada de Jesucristo, trayendo la revelación a los creyentes y preparándolos para ser el remanente que marcará el comienzo de Su venida.

Una profecía reveladora no es cualquier palabra que predice el futuro. Debemos ser cuidadosos porque muchas voces se están levantando hoy en día para traer confusión e incredulidad entre los creyentes y la gente en el mundo. Para que una profecía sea válida, debe venir realmente de Dios. ¿Pero cómo podemos saber que algo que escuchamos viene realmente de Él? Hay tres bases indiscutibles para reconocer una verdadera palabra profética: la Escritura, el Espíritu Santo y las fiestas del Señor.

Las Escrituras

Sabemos que la Palabra de Dios aún no se ha cumplido en su totalidad, lo que le da a la Escritura su continua naturaleza profética. Cada vez que una profecía basada en la Palabra se cumple, ese aspecto de la Biblia se convierte en historia. (Vea 2 Pedro 1:19).

El aspecto profético de la Escritura es todo lo que tiene que ver con las promesas y profecías de Dios para el futuro. Todo lo que la Biblia anuncia que aún no se ha cumplido es algo que debemos esperar y buscar. Jesús dijo: “¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro” (Apocalipsis 22:7).

Podemos saber que una profecía viene de Dios si ella afirma la segunda venida de Cristo mientras reúne otras pruebas bíblicas de autenticidad (vea, por ejemplo, 1 Juan 4:1–3) y desafía a la iglesia a prepararse. Dios aún sigue hablando, y porciones significativas de lo que ha predicho en la Biblia aún están por verse y cumplirse.

El Espíritu Santo

El Espíritu Santo revela “aun lo profundo de Dios” (1 Corintios 2:10) y trabaja con las intenciones originales del Señor. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan 16:13). El Espíritu está revelando los misterios de los últimos tiempos ahora más que nunca. Quiero enfatizar de nuevo que, sin la revelación del Espíritu Santo, no podemos tener una guía clara sobre qué hacer ni cómo hacerlo en estos tiempos.

Necesitamos entender que, en nuestra relación con Dios, todo comienza con “pre”. Él predeterminó Sus planes para la tierra, “[anunciando] lo por venir desde el principio” (Isaías 46:10). Él nos predestinó “para que [fuésemos] hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29). Nos predestinó “para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). Por lo tanto, nuestro destino no es algo que simplemente ocurre. Dios predestina todo desde el principio. Necesitamos la revelación del Espíritu Santo para entender nuestro propósito y destino y caminar en los mismos. Sólo entonces podemos encontrar un significado a lo que está sucediendo a nuestro alrededor.

Las Fiestas del Señor

Las fiestas del Señor mencionadas en la Biblia nos permiten reconocer la verdadera profecía mostrándonos el calendario de Dios en los últimos días. Una de las palabras hebreas para “fiesta” es moed, que significa “una cita” o “un tiempo o temporada fija”. 

Los judíos creen que los principales eventos de la historia están marcados por los tiempos de las fiestas. Por ejemplo, conmemoran el “cumpleaños del mundo”, el día de la creación de Adán y Eva, en Rosh Hashaná, que es también el Año Nuevo Judío. Dios le dio la ley a Moisés en el Monte Sinaí en el momento de Pentecostés. Los principales eventos en la redención de la humanidad por parte de Cristo están ligados a tres fiestas principales: Pascua, Pentecostés y Tabernáculos. Jesús tuvo que morir durante la fiesta de la Pascua. No podría haber muerto en ningún otro momento porque Él es el Cordero sacrificial entregado por los pecados del mundo entero. El derramamiento del Espíritu, que Jesús dijo que el Padre enviaría en Su nombre, ocurrió en Pentecostés. Y la fiesta de los Tabernáculos está relacionada con la segunda venida de Jesús. 

Nuestros sistemas de calendario actuales pueden tener sus usos cotidianos, pero no son útiles para discernir las temporadas espirituales o para indicar el tiempo profético en el que estamos actualmente. Las fiestas del Señor pueden permitirnos entender verdaderamente el calendario de Dios. No todas las fiestas se han cumplido completamente, pero lo harán. Los tiempos de Dios se han establecido para la eternidad; ellos no cambian. Y las fiestas revelan Sus propósitos eternos. Sin la revelación de estas fiestas, permaneceremos ciegos a esos propósitos. Por eso, debemos volver a reconocer su importancia y tratar de entenderlas. 

En un devocional posterior, discutiremos el significado de la fiesta de los tabernáculos en relación con la aparición de Jesús. A continuación, veremos varias aplicaciones de la profecía bíblica de los últimos tiempos.