Día 2 - Preguntarme antes de hablar

“Cuida tu lengua y mantén la boca cerrada, y no te meterás en problemas” expresa Salomón en Proverbios 21:23. ¿Cómo cuidar nuestra lengua?

El Dr. Emerson Eggerichs, en su libro “Antes de que oprima enviar”, nos ofrece cuatro preguntas para hacernos antes de abrir la boca; las tres primeras se le suelen adjudicar a Aristóteles (aunque hay dudas sobre la autoría), mientras que la cuarta es un agregado de Eggerichs. Son filtros para determinar qué diremos, cuánto diremos, de qué modo lo diremos: 

- ¿Es esta información verdadera?

- ¿Es esta información bondadosa?

- ¿Es esta información necesaria?

- ¿Es esta información clara?

¡Cuántas veces habremos compartido alguna información que no estaba del todo chequeada!

¡Cuántas veces habremos dicho algo verdadero, pero sin misericordia!

¡Cuántas veces habremos importunado a otros con comentarios absolutamente innecesarios!

¡Cuántas veces habremos expresado alguna idea de un modo embarullado en lugar de habernos preparado para expresar con la mayor claridad y simpleza!

En una época en la que estamos cargados de tantos mensajes y tanta información, es fundamental la claridad. Anthony Hope Hawkins, escritor de novelas británico, expresó: “A menos que uno sea un genio, mejor es intentar ser claro”. A mí se me ocurre esta reflexión al respecto: quizá la genialidad esté en cómo comunicar con claridad. 

Mientras en ciertos círculos cerrados académicos, la sabiduría parece estar centrada en cómo decir del modo más complicado las cosas, elijo pensar que muchos grandes sabios han podido sintetizar en pocas palabras mucho de su conocimiento, siendo sencillos y claros. 

Seguramente hacer un borrador de lo que tenemos en mente para expresar, nos permita luego extraer el núcleo de lo que realmente es necesario decir, para expresarlo con veracidad, misericordia y sencillez. 

¿Podremos comenzar hoy a hacernos estas cuatro preguntas antes de expresar algo? 

Creo que vale la pena el intento. 

Dr. Gustavo Bedrossian