Me movieron el pisoMuestra
Es cierto que las acciones de otras personas o los cambios comunes de la vida pueden movernos el piso, pero a veces son nuestras propias decisiones las que nos afectan radicalmente . Si hemos decidido cosas que han tenido un efecto negativo en nuestra vida, nunca es tarde para pedir al Señor redefinir nuestro rumbo y alinearnos de nuevo con Su voluntad. David dijo: “Crea en mí oh Dios un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí.” (Salmo 51.10) La obediencia afina nuestro oído a la voluntad del Padre y nos libra de futuras malas decisiones.
Hay que entender, por otra parte, que no porque hayamos tomado buenas decisiones estas carecerán de inconvenientes y que todas las puertas se nos abrirán de par en par. Las tormentas de la vida azotan tanto la casa construida sobre la roca como la que está sobre la arena. (Mateo 7:24-27) La diferencia está en que, al permanecer en la Roca, esa casa que es nuestra vida no caerá. Habrá tempestades, pero la ruina no es nuestro destino final.
Si la tragedia ha tocado a tu puerta y te ha sobrevenido un evento caótico que no esperabas, Dios es el Padre de toda consolación. En Él están la gracia y el poder para levantarte de toda tristeza y angustia. El salmista decía: “Él me hizo sacar del pozo de la desesperación.” Salmo 40.2
Así son las movidas de piso, causan dolor, incomodidad e incertidumbre, pero no por siempre. Y al final, si podemos desechar lo malo de la experiencia y retener lo bueno, habremos crecido.
La mujer que sale a flote de la adversidad con equilibrio emocional es aquella que abre paso a la esperanza. Es la que decide creer y crecer en fe a pesar de lo vivido y descubre con asombro que puede enfrentar lo que antes la atemorizaba. Sabe que solo por la gracia de Dios está de pie y ha logrado superar su movida de piso. Con el correr del tiempo estará en posición de animar a otras, de consolar, de dar palabras de aliento. Conoce que hay esperanza en Cristo, porque ella misma lo ha vivido. Se da cuenta de que sobrevivir al desconcierto de los sueños rotos y al caos personal es solo una parte del desafío. Salir adelante sin amargura es la verdadera victoria.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” 2 Corintios 1: versos 3 y 4
Acerca de este Plan
Cuando hemos vivido experiencias adversas que trastocan nuestros sueños, podemos pensar que el mundo se nos derrumba. Sin embargo, la Palabra de Dios abunda en promesas vivas de esperanza para nosotras. Este plan considera respuestas bíblicas a diversos desafíos de la vida de la mujer de hoy.
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Nos gustaría agradecer a Nilsa Jurado por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.amazon.com/author/nilsajurado