Me movieron el pisoMuestra

    

Hay cosas que nos mueven el piso aunque no debieran tomarnos por sorpresa. Les llamo movidas de piso anunciadas porque son sucesos naturales y hasta predecibles. Sin embargo, representan cambios significativos porque marcan el fin de una etapa de la vida y el comienzo de otra. Las transiciones son ineludibles, pero a veces duelen más de lo necesario porque no nos hemos preparado de antemano. Consideremos solo algunos ejemplos: 

 Los hijos se independizan y se van del hogar

 Nos jubilamos del trabajo

 Vamos envejeciendo

Cada uno de estos eventos tiene un efecto. Puesto que no existe una fórmula que nos permita evadirlos, se impone preguntar cómo podemos manejarlos de la mejor manera posible. Comparto algunas sugerencias prácticas:

1. Crece en medio de tus nuevas circunstancias. Acéptalas y abrázalas con gracia. Desecha la rigidez y abre el corazón y la mente a tu realidad presente. Seguro descubres que no todo es tétrico y que Dios te ha dotado de fortalezas que desconocías para manejar los cambios. Explora las ventajas de tu nuevo estado. “Diga el débil, fuerte soy” Joel 3.10

2. Desecha la queja. No pretendas controlarlo todo. Lee, pregunta como lo han manejado otras. Busca consejo y apoyo. La experiencia de quienes han vivido circunstancias similares puede inspirarte y seguramente te dará estrategias que no has considerado. “En la multitud de consejeros hay seguridad.” Prov. 11.14

3. No te amargues. Cultiva el hábito de la gratitud.  “Dando siempre gracias a Dios por todo.” Efesios 5.20 

El Señor promete acompañarte cada día de tu vida para refrescarte y renovarte en Él. Esa certeza debe animarte en cada transición que te toque asumir. “Mi presencia ira contigo, y te daré descanso.” Éxodo 33.14