Nacer de NuevoMuestra

¿Por qué es necesario nacer de nuevo?

Para ver el reino de los cielos.

El Reino de los Cielos no es sólo un lugar o un sistema, sino el conjunto de intereses, afectos, lugares y personas en dónde Cristo reina y es adorado; es todo aquello y todo aquel donde la voluntad de Jesús es apreciada, respetada y cumplida con el fin de glorificarle.

El Señor, según vemos en Juan 3:3, le dijo a Nicodemo que aquel que no naciera de nuevo no podría ver ese reino. Esto significa que no iba a poder participar de él en ninguna manera. No podría vivir para el reino ni obtener sus beneficios. Es más, ni siquiera podría comprenderlo.

Para recibir el Espíritu Santo.

Nacer de nuevo es necesario porque sólo entonces el Espíritu de Dios puede venir a vivir en nosotros, como lo dijo el profeta Ezequiel en el capítulo 36, versículo 26 al 27 de su libro. Digamos que el nuevo nacimiento nos califica para convertirnos en la morada del Espíritu Santo.

No es posible poder vivir una vida como la que nos pide Dios que vivamos sin el poder del Espíritu Santo en nosotros. Nuestros esfuerzos son insuficientes porque nuestra naturaleza carnal no puede y no quiere sujetarse a Dios, tal y como lo explica Pablo en Romanos 8:7. Por esa razón es sumamente necesario recibir el Espíritu Santo y ser lleno de Él. Y así poder dar los pasos en nuestro caminar cristiano; poder dar fruto; y poder dejar de pecar.

Nacer de nuevo y recibir el Espíritu es algo que pudiera parecer lo mismo ya que pasa al mismo tiempo y no sucede lo uno sin lo otro, según leemos en Efesios 1:13. Pero no es lo mismo.

Sólo si nacemos de nuevo, Dios puede vivir en nosotros y hacer su obra en nosotros. Sin el nuevo nacimiento, no solo no desearíamos las cosas de Dios, sino que no podríamos hacer nada para Él aunque quisiéramos.

Para obedecer a Dios

El nuevo nacimiento también implica un nuevo corazón en el que Dios pondrá su Espíritu y su ley para que la deseemos y cumplamos de manera natural. Por esta razón, la Biblia habla de frutos espirituales, ya que ilustra muy bien la manera en que los cristianos cumplen con la voluntad de su Dios: de manera natural. No por medio de un esfuerzo.

Recibir el Espíritu Santo, como vimos, es algo que sucede en el momento en que nacemos de nuevo. Y cada vez que nos proponemos obedecerle, somos llenos de Él a fin de cumplir con la voluntad del Señor. Como dice Pablo: "Dios produce en nosotros el querer como el hacer".