La Iglesia FortalecidaMuestra
¿Puedes imaginar un mundo sin la influencia y poder del pecado? Sólo la redención de Dios puede hacer esto una realidad.
Aunque hoy vivimos en un mundo caído, la redención de Dios ya se ha alcanzado por el sacrificio de Jesús en la cruz, pero aún no se ha completado.
En la biblia vemos vez tras vez que Dios promete morar con Su pueblo, restaurar relaciones y poner fin a la muerte, luto y dolor. Mientras esperamos que se complete la redención de Dios, deberíamos preguntarnos: ¿Quiénes estamos llamados a ser como cristianos en un mundo caído?
Como parte del Reino de Dios en la tierra, aún con la presencia del pecado, estamos llamados a moldear nuestro mundo a semejanza del cielo y nuestro Dios. Aunque nunca podremos redimirnos a nosotros mismos, el llamado es a la acción mientras esperamos el regreso de Cristo.
En medio de una pandemia mundial es fácil aislarse, discriminar y simplemente ignorar a quienes son vulnerables debido al miedo y la preocupación. Mas, como hijos redimidos, debemos descartar la ambición egoísta que perpetúa la injusticia y actuar con compasión hacia los necesitados.
Muchos piensan que el llamado a la acción tiene que ver con lo material; pero si examinamos la promesa redentora de Dios, vemos que sobrepasa eso y reconoce las luchas internas de Su pueblo. Viendo la promesa redentora de Dios como modelo, debemos romper cualquier ciclo de pecado que cause dolor, opresión y quebrantamiento.
Durante este tiempo, debemos reconocer que tenemos el poder en Cristo, hechos a la imagen de Dios, para dar forma a nuestra situación actual. Podemos comprometernos valientemente con la esperanza de restaurar nuestra relación unos con otros mientras estamos en la tierra, pero también ayudar y promover la restauración y reconciliación del pueblo de Dios.
Como portadores de Cristo, debemos ser transformados al reconocer de quién es Él, para que otros puedan ver a Dios en todo lo que hacemos.
Escrituras
Acerca de este Plan
Mas que nunca, la gente es consciente de que estamos profundamente conectados. Este momento único es una oportunidad para reflexionar sobre como compartimos el sufrimiento de los demás, centrándonos en Dios, y levantándonos para un llamado que no termina solo porque el mundo está en problemas, pero quizás es aun mas importante ahora: demostrar el amor radical de Cristo a los mas vulnerables en el mundo.
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