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Jacob: Un hombre que manipuló a todos, excepto a Dios

Cuando Isaac oró por un hijo (Génesis 25.21), obtuvo el doble de lo que esperaba, Esaú y Jacob. Ambos fueron alborotadores. Jacob, el “sujetador de talón”, mostró su carácter astuto al intentar abandonar el vientre materno antes que su hermano gemelo. Esaú, “el gran rojo” (Génesis 25.30), fue tan espiritualmente insensible que renunció a su primogenitura por un plato de lentejas (Génesis 25.29-34; Hebreos 12.16). Aun cuando el cerebro de Jacob fue más astuto que la fuerza física de Esaú, aquel intercambio simbolizaba los valores de cada uno de los hermanos. Jacob no solo estafó la primogenitura de Esaú (Génesis 25.29-34), también robó su bendición (Génesis 27.25-29). Génesis 27 describe la típica familia disfuncional, un padre complaciente (Isaac), una madre intrigante (Rebeca), un hijo negligente (Esaú) y un hijo estafador (Jacob). Y cada uno de los padres tenía a un favorito. Mientras Esaú acechaba alguna presa en el campo, Jacobo acechaba alguna presa dentro de casa. Engañó a su endeble padre en todo sentido. Se burló de la vista de Isaac (27.23), de su paladar (27.14), de su tacto (27.21-23), de su oído (27.22) y de su olfato (27.27). En una ocasión a Jacobo le mintieron sus hijos haciéndole creer que su hijo predilecto había sido asesinado por fieras salvajes. El sería engañado con sangre de cabra (Génesis 37.31-34), tal como el engañó a su padre con carne y pieles de cabra (27.14). Cuando Esaú se dio cuenta del embuste, siguió a su hermano para matarle. Jacobo se vio obligado a huir a más de 600 kilómetros de distancia. Jamás volvería a ver a su madre con vida.

Mientras estaba lejos del hogar, el fugitivo se encontró con Dios (Génesis 28.10-12), con la que sería su esposa (Génesis 29.9-14) y el tío Labán. Jacob amó a Raquel a primera vista (Génesis 26.18), pero su futuro suegro demostró ser más astuto que él. Después de trabajar por siete años por su esposa, Jacobo descubrió en una carpa oscura que Labán le había engañado al darle a Lea, la mayor, y no a su hermana. Jacobo tendría que trabajar siete años más por Raquel.

Jacobo regresó a Betel, lugar donde había hecho un acuerdo para adorar a Dios a cambio de que Dios lo protegiera y lo trajera de regreso con su padre. ¿Cómo responde usted cuando Dios le dice: “Vuelve a lo que escuchaste y creíste al principio; …pon de nuevo tus ojos en mí” (Apocalipsis 3.3)? Así como Jacob, ¿regresaría usted a Betel para ver a Cristo, la escalera que se extiende hasta el cielo?