[Serie #vida] Cómo ser padres | Parte 2Muestra

La vida tiene un cinturón para cada trasero

Hay consecuencias para todo lo que hacemos. Si posponemos estudiar para un examen hasta la noche anterior, con toda seguridad obtendremos una mala calificación. Cuando terminamos siendo groseros o intrigantes, decimos una mentira sobre otra persona o no nos presentamos a tiempo, la vida —y Dios— tiene un cinturón para cada trasero.

Como padres, no tenemos que enseñarles todo a nuestros hijos. Solo tenemos que dejar que sucedan algunas de las consecuencias en su vida. Si olvida el almuerzo, no le lleves corriendo un emparedado a la escuela. La próxima vez, recordará llevar su almuerzo. Si, después de pedirles un par de veces que se lleven con qué taparse, ellos insisten en no hacerlo, en lugar de llevarles un suéter en caso de haga frío, de prestarles el tuyo o comprarles uno, deja que se congelen. La próxima vez, traerán su suéter. 

Si la consecuencia es daño físico, el riesgo es demasiado elevado, hay un tipo de consecuencia inmoral o ilegal, tienes que intervenir. Es como cuando de pronto cambia la luz a rojo y mamá frena con fuerza y estira el brazo para proteger a su hijo. Intervenimos. Pero solo cuando son cosas normales, simplemente detente para ver qué sucede con eso. 

Si continúas interviniendo, van a pensar que el gobierno va a intervenir a su favor, o el jefe o su cónyuge. Y van a terminar en muchos problemas. 

«Cómo entrenar a su hijo para ser un delincuente: Dele todo lo que quiera. Y pensará que el mundo le debe lo necesario para vivir. Nunca le proporcione entrenamiento espiritual. Espere a que cumpla 21 y deje que decida por sí mismo. Evite usar la palabra ‘malo’. Condiciónelo a creer que la sociedad está en su contra y que, de ser arrestado, está siendo perseguido. Levante lo que tire. Póngase de su lado en contra de los vecinos, los maestros y la policía. Y haga todo por él, de modo que pueda echar toda su responsabilidad sobre otras personas».

Piensa en la eternidad. Nuestros hijos deberían entender que la consecuencia del pecado es quedar separados de Dios para siempre y que la única manera de ser librados es poner su fe en Jesucristo y su obra en la cruz; ¡él llevó la consecuencia de nuestro pecado! De esta manera, nosotros y nuestros hijos podemos caer en cuenta de que el Señor nos ama más de lo que podamos imaginar.