Principios bíblicos para sostener Conversaciones ExtraordinariasMuestra
Hablar es fácil, sale espontáneamente. Pero hablar no es barato, es muy costoso por el impacto que puede producir. Lo difícil es que las palabras cuenten: generen conexión con nuestro interlocutor, edifiquen al otro, le agreguen valor, comuniquen efectivamente.
A veces es preferible callar que hablar lo indebido. Cuando no tenemos nada edificante y constructivo que decir es preferible hacer silencio. Pero al necio le cuesta callar. Por eso el rey Salomón decía: “El sabio sabe callar; el tonto habla y causa problemas” (Proverbios 10:14). También dijo: “Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido” (Proverbios 17:28). El sabio no habla impulsivamente. Por el contrario, pondera la situación, para ver si tiene algo útil que decir. “El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos” (Proverbios 17:27).
El buen hablar en una conversación supone la precisión y la calidad de lo que se dice. “El que ahorra sus palabras tiene sabiduría”. Hay gente que habla demasiado, sin cordura ni límites, y sin sentido de lo que dice. Pero la persona sabia emplea pocas y acertadas palabras. Las buenas conversaciones proceden de hablar con prudencia y entendimiento. Esto supone saber cuándo y cómo hablar, y saber cuándo callar.
El problema es que la ignorancia siempre está deseosa y dispuesta para hablar; desconociendo lo poderoso que es el silencio como arma, siempre y cuando no sea la expresión de la indiferencia hacia el otro. Pero cuando es expresión de una escucha activa y de un sentido de prudencia, representa un argumento difícil de contradecir. El silencio, además, crea el espacio para una escucha recíproca más empática, lo que facilita una comunicación más efectiva.
¿Tiendes a interrumpir a tu interlocutor cuando éste habla?
¿Utilizas el silencio en forma intencional cuando sostienes una conversación?
Escrituras
Acerca de este Plan
Como dos personas conversan es un reflejo de cómo está la relación entre ellos. El producto final en cuanto al estado de una relación, es la suma de muchas conversaciones, o la omisión o carencias de ellas; y de cómo en (tono, clima, ritmo, intensidad, frecuencia) fueron esas conversaciones. El sabio rey Salomón nos da algunas pautas para sostener conversaciones extraordinarias que resulten edificantes y nutritivas.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/