El Retorno: Nunca es demasiado tarde y nunca estás demasiado lejos. https://my. bible. com/reading-plans/1942-the-comebackMuestra

Leemos muchas historias acerca de personas superando obstáculos como parte de su proceso de retorno. Una persona va de dañada a curada, de dolor a gozo, de pérdida a ganancia. Estas historias son poderosas y alentadoras. Pero, ¿qué hacemos cuando un retorno aquí en la tierra no es posible? ¿Qué hacemos cuando un ser amado muere, o un negocio se pierde, o cuando un divorcio finaliza? ¿Qué hacemos cuando la realidad es que nuestra situación no se resolverá en nuestra vida?

Para responder podemos acudir a la historia de Elías y la viuda en 1 Reyes 17:8-24. Al comienzo, Elías había acampado al este del río Jordan, a lo largo de la Cañada de Kerith, ahí Dios le proveyó cada día. A su tiempo, Dios le dijo a Elías que viajara a Zarepath, donde una viuda cuidaría de él. Esta viuda no era rica—podemos ver inmediatamente del texto. Ella tenía un hijo, y sus alimentos se estaban acabando.

El profeta encontró a la viuda y le pidió un poco de agua en una vasija y un poco de pan. “¿Por qué no?”, dijo ella, o algo parecido. “Todo lo que me queda es un puñado de harina en la casa y un poco de aceite para cocinar en una vasija. Voy a usar estos palitos cubiertos de maleza que estoy colectando para hacer una fogata cuando llegue a casa. Voy a usar las últimas sobras de mi aceite y harina que me quedan para hornear la última comidita para mí y mi hijo. Nos vamos a comer eso y después vamos a morir. ¿Quieres mi última comida? ¿Por qué no? Si te la doy a ti, eso apresurará el fin de mi miseria.”

¿Has estado allí alguna vez? ¿Al final de tu cuerda? ¿No suena disparatado que cuando estamos en lo más bajo de nuestras vidas, Dios pide algo de nosotros? El nos invita a que le demos nuestra última comida. Sabes lo que significa esa comida? Es toda nuestra confianza. Cuando estamos en nuestra absolutamente más baja y débil parte de nosotros, Jesús nos invita a que le demos todo lo que nos queda. Él nos invita a que le demos nuestra pequeña, lo que esa pequeña cosa sea. Cuando damos de lo poco que tenemos, ponemos toda nuestra confianza en Él.

En el caso de la viuda, cuando hizo como Elías le había mandado, había suficiente alimento todo los días para Elías, para ella y para su hijo. La vasija de harina no se acabó, y la jarra de aceite no se secó. Ella regaló todo lo que tenía y terminó con mucho más.

Cuando Jesús es suficiente en nuestras vidas, podemos enfocarnos en lo que tenemos, no en lo que no tenemos. Bendecimos a Dios y no lo maldecimos. Miramos fijos a Dios y corremos hacia Él, no lejos de Él. Creemos en Dios y no dudamos de Él, aunque no entendamos nuestras circunstancias. Le pedimos que tome de nosotros la mitad que nos queda y que haga de ella lo que quiera. Cuando no tenemos retorno, el retorno es que Jesús es lo suficiente.

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