Buenas Nuevas: Ánimo para un Mundo en CrisisMuestra

Dios nos perdona

¿Alguna vez te frustras tanto contigo mismo por decir o hacer algo que sabes que no debías? ¿Qué hay de los pensamientos que dejas que vengan a tu mente sobre otros? Todos los días—y muchas veces al día—nos comportamos de formas que sabemos que no honran a Dios. Nuestra humanidad es tan humana, ¿cierto?

Entendamos lo que hacemos o no, ¡Dios nos da gracia! Su perfecto e inmerecido favor cubre multitud de pecados y está disponible 24 horas al día, todos los días de la semana. La biblia está llena de gente que entendió la poderosa gracia de Dios en sus vidas. Veamos dos historias:

Saulo/Pablo
De acuerdo con él mismo, Saulo era fariseo de fariseos. Si alguien tenía el currículum correcto lleno de elogios, era él. Defendió lo "correcto" e incluso se quedó mirando cómo los cristianos eran asesinados. Estaba decidido a librar el mundo del Cristianismo. Pero luego conoció a Jesús, literalmente, y cambió radicalmente. Saulo, ahora Pablo, se convirtió en el líder más influyente de la iglesia primitiva y escribió 13 de 27 libros del Nuevo Testamento. 

Pedro
Cuando se habla de los discípulos de Jesús, casi siempre se nombra primero. Su liderazgo era evidente y era conocido por ser franco. Tanto que cuando Jesús les dijo que todos lo dejarían, Pedro insistió en que nunca haría eso. Aún así, luego que Jesús fue arrestado, Pedro fue confrontado y negó conocerlo; no una, sino tres veces. Cuando Jesús volvió de los muertos, lo perdonó y lo restauró para el ministerio. Entonces, se convirtió en uno de los líderes más influyentes.

Pablo no sabía lo que estaba haciendo hasta que supo lo que estaba haciendo. De verdad no sabía que Jesús era el Mesías y se justificaba en su fe judía al intentar librar al mundo de un supuesto estafador. Pedro, por otro lado, había estado con Jesús y muchos podría decir que “sabía mejor.” Incluso, proclamó que sería la última persona en dejar a Jesús. Dos escenarios muy diferentes cubiertos por la misma gracia y perdón de Dios.

Todos pecamos y hacemos lo impensable, pero la gracia de Dios nos lava con perdón. Así que, no importa lo lejos que te hayas desviado, cuánto te hayas corrompido o a quién heriste, el perdón de Dios está a una oración de distancia. 

Y además de perdonar nuestros pecados, ¡Dios no desperdiciará nuestro dolor o experiencias! Podemos ver situaciones difíciles pasadas convertirse en historias para la gloria de Dios. Él usa a las personas más improbables para que sean sus vasos de esperanza en esta tierra. ¿Estás dispuesto a ser un canal de esperanza para quien necesita a Jesús? 

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