El libro de hombres de Stephen Mansfield Muestra

El propósito del hombre, en este mundo, es tan único, con un fin tal de servicio y sacrificio, que no se puede cumplir exitosamente ese rol sin hacerlo para la gloria de Dios. Hay muchas razones para ello.

Primero, el hombre no puede cumplir con su propósito si vive para el aplauso, la aprobación y la afirmación del mundo. En cambio, se contenta con saber que está cumpliendo su propósito en este mundo y que está agradando al Dios que lo creó. Su recompensa viene cuando puede decir, como dijo el olimpista y misionero escocés Eric Liddell en Carros de fuego,: «Cuando corro, siento su placer».

Segundo, el hombre no está hecho para cargar con tal responsabilidad, porque si no tiene los recursos interiores que vienen de tener una vida conectada con Dios, acabará descendiendo al agotamiento y el resentimiento. No podemos hacer lo que nos asignaron hacer sin una fortaleza y energía más allá de la propia.

Tercero, los hombres fueron diseñados para cuidar las vidas de otros de tal manera que necesitan tener una perspicacia más allá de la propia. Y esta viene de la palabra de Dios, viene de vivir para la gloria de Dios.

Hago las cosas sencillas. Yo no puedo vivir de acuerdo con los estándares de Dios sin los recursos de Dios. Yo me convierto en el hombre que Dios me creó viviendo para la gloria de Dios.

Esto nos da la máxima #4 de Mansfield sobre la hombría: Los verdaderos hombres viven para la gloria de Dios.

Desafío: ¿De acuerdo a qué definición de lo bueno y de la hombría deberíamos vivir?