El libro de hombres de Stephen Mansfield Muestra
Los hombres se aferran a los males que les han hecho, los practican, se excusan culpándo, estos males, por los fracasos que les han ocasionado y, frecuentemente, envenenan sus vidas con la amargura que, continuamente, circula en su corazón y su mente. Los convierten en almas pequeñas, acusadoras e iracundas en lugar de hacerlos los grandes seres generosos que han sido llamados a ser. Perjudica todo lo que hacen y los hace herir a aquellos que deben proteger: esposas, hijos, hijas y amigos.
Las claves para el perdón son sencillas pero costosas, debido a nuestro propio orgullo y autocompasión. Cuando alguien nos hiere, duele. Debemos resistir nuestra naturaleza inferior y tratar de encontrar el anzuelo de la compasión. John no me hirió porque me odia; él se siente amenazado. O Jenny se descargó conmigo, pero debo tener en cuenta su trasfondo. O esos chicos me robaron, pero el crimen es todo lo que conocen, es lo único que han visto en la cultura que los rodea.
Hay otras razones por que perdonar. Deberíamos aferrarnos a cualquiera de las que nos llevan a hacer lo correcto. Nos ayuda a recordar que somos pecadores y que nosotros mismos, alguna vez, también hemos obrado mal. Sinceramente, debería asustarnos el hecho de que Dios mismo no perdonará a aquellos que no perdonan a los demás. También está el ejemplo negativo de aquellos que han hecho de la amargura la obra de su vida. ¿Son ellos lo que queremos ser? ¿Pequeños, iracundos, en conflicto con la vida, con Dios, anclados en el pasado y apartados del Espíritu Santo?
No lo creo.
Entonces perdonamos. Despedimos los males que nos han hecho. Dejamos que la gente salga de las jaulitas en las que les pusimos por un tiempo mientras disfrutamos nuestros sentimientos de superioridad moral. Entregamos las emociones de lo malo a Dios y rehusamos retomarlas. Luego, nos callamos y jamás volvemos a mencionar el asunto. Cuando llega el momento, ponemos nuestro brazo sobre los hombros del ofensor y le preguntamos cómo está. Generalmente, una buena comida nos ayuda con el proceso, particularmente si el ofensor es un varón.
Esto es lo que significa tener un alma limpia, ser cristiano y ser hombre. Algo inferior a esto es lo mismo que prender fuego a nuestras esperanzas como hombres y vivir con las cenizas.
Desafío: haga una lista de aquello que usted no ha perdonado. Sea brutalmente honesto. Pregúntele a las personas más cercanas que lo conocen dónde podría haber una falta de perdón. Ocúpese. El perdón no es un proceso para manejar sus emociones. Es un acto. Usted perdona.
Acerca de este Plan
Una guía hacia la verdadera masculindad. Plan de lectura de 14 días.
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Nos gustaría agradecer a HarperCollins por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.editorialhccp.com/