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El evangelio según SatanasMuestra

El evangelio según Satanas

DÍA 4 DE 5

¿Qué sucede con nuestro bienestar emocional cuando nuestra teología de la bondad amorosa de Dios choca con el duro muro de la realidad?

La mayor parte del libro de Job consiste en el diálogo divino de la oración. Job le habla a Dios. Dios le habla a Job. El hecho de que esto en sí mismo es una realidad sirve de ayuda y consuelo infinito. Tal vez no tengamos un Dios que nos mantendrá alejados de todas las experiencias de dolor y sufrimiento, pero tenemos un Dios que nos escucha y nos habla. Él no es indiferente. 

Sin embargo, lo que nos dice es importante y el lector astuto notará que Dios nunca trató a Job como una víctima. En cambio, lo envuelve en un panorama vertiginoso de su gloria y poder soberano con lo que le muestra a Job, pues son cosas que Job no puede ver, al menos hasta ese momento. «¿Dónde estabas, Job, cuando yo creé los monstruos marinos?». Esa es una de las cosas extrañas que Dios le dice a este hombre en sufrimiento (41:1).

Por supuesto que Job no estuvo allí para verlo. Tal vez jamás vio a un leviatán, y mucho menos cuando este fue creado. Él no había visto de cerca ninguna de las cosas que Dios presentó a su mente atribulada para reflexionar. ¿Por qué Dios emplearía esta manera de consolar a Job? Está revelándose a sí mismo de muchas maneras, menos de forma sentimental. 

Cuando estamos sufriendo, anhelamos que Dios toque nuestros sentimientos. Y en su encarnación, el Hijo de Dios vino para tocar y sentir. No solo Dios no es indiferente, Él puede compadecerse de nuestras debilidades (Hebreos 4:15). Pero el Dios que uno toca y siente no es exactamente lo que necesitamos. Lo que Dios hizo con su amado siervo Job fue recordarle una realidad más profunda que está en juego, el trasfondo más amplio que hará que su dolor, aunque quizás insoportable o tal vez inexplicable, sea significativo

El Señor permitió el aplastamiento satánico de Job para mostrarle la realidad de lo que no podía perder.

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