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El evangelio según SatanasMuestra

El evangelio según Satanas

DÍA 1 DE 5

Con toda certeza, nosotros creamos nuestros propios cráteres de disfunción y enfermedad por nuestra desobediencia, pero este es el punto donde la epidemia reinante dentro de nosotros entró al mundo. En el preciso instante en que los dientes perfectos de Adán mordieron el fruto prohibido, el huerto de Edén se convirtió en el epicentro. «En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera» (Génesis 3:7). 

Las repercusiones fueron rápidas y vastas. Dios les llamó a rendir cuentas. Uno puede escuchar sus pisadas en el huerto. Quizás sean las pisadas del Cristo preencarnado, no manifestado aún, buscando a sus hermanos para que rindan cuentas de sus hechos. El resto del relato de Génesis 3 muestra que la acción de Adán y Eva es puesta a la luz para dar cuentas por su pecado. Se pronuncia la sentencia sobre ellos y esta incluye el exilio. Son echados del huerto.

Desde entonces hemos estado tratando de regresar.

Pero usted y yo no somos tan listos como pensamos. Seguimos razonando que el camino para regresar a la paz, la realización y la sabiduría, es el mismo camino que llevó a Adán y Eva a ser echados del huerto. No podemos entrar de la misma manera como fuimos echados. Pero lo intentamos. Y la serpiente está feliz de ofrecernos su instrucción. Es más astuta de lo que pensamos.

Como puede ver, la idea de comer del fruto prometía tres cosas: realización, belleza y conocimiento. Algo que desde entonces hemos estado buscando en todos los árboles...

Vivimos nuestra vida en exilio, pero todos los días jugamos al «huerto». Bebemos el espejismo de la arena y a eso llamamos agua de vida. Consentimos nuestra carne y a esto llamamos gloria. Nos adoramos a nosotros mismos y lo llamamos vivir al «siguiente nivel».

Nuestra esperanza es la misma de siempre: conocer a Dios y vivir en comunión con Él, pero hacemos de cuenta que el divorcio no es real, que la desconexión es insignificante o, peor aún, llamamos a la mentira del diablo la honesta verdad de Dios.

Día 2