30 días de salud emocionalMuestra

La ansiedad es una bestia. Desde antes ​​controlaba mis emociones y secuestraba mi paz. Repetí errores pasados ​​preguntándome si realmente estaba perdonada. Estaba congelada en el presente, temerosa cada día y preocupada por el futuro.

Necesitaba una intervención divina, y tengo eso en Jesús.

Sabiendo que Dios está presente en cada temor, en cada situación inestable, en cada momento de incertidumbre me da paz.

¿Cómo? A través del don de Dios del Espíritu Santo.

Sabemos que la ansiedad es real aunque no podamos verla porque sentimos su peso. Pero sé que el Espíritu Santo es real a pesar de que no puedo verlo porque puedo sentir Su paz.

Cuando doy mis momentos difíciles a Dios a través de la oración y la confianza, he experimentado la paz divina. Recibo seguridad sobre mi pasado, presente y futuro con los que nadie puede meterse. El cuarto capítulo te lo afirma.

Cuando comienzo a repetir los errores de mi pasado, pecados o heridas, hablo con Dios sobre ellos. Le pido que dirige mis pensamientos a la verdad. Y lo hace. Él me recuerda que estoy perdonada, que la gracia es un regalo que no se puede ganar, y que Dios ha redimido mis heridas por Su gloria cuando alcanzó a los demás en amor.

Y en el presente, soy real con Dios. Con todo. Le entrego mi estrés a Aquel que realmente puede hacer algo al respecto. Y confío en que Él oiga y se encarga.

Mi futuro no es una sorpresa para Dios. Entonces, cuando estoy ansiosa por lo que me espera, recuerdo quién es Dios. Él tiene una historia de cuidar a Su pueblo de las formas más extrañas. Él tenía un plan para salvarnos antes de que el mundo se formó. Así que seguramente Él tiene un buen plan para mi vida y la tuya si seguimos Su guía.

Sigo luchando contra la ansiedad, pero ahora sé que no estoy luchando sola. Lucho con la paz divina. Esa es mi oración para ti también.

~ Andrea Chatelain