Pozos Profundos

Durante el proceso de producción de aceite de oliva, la oliva deber pasar por un proceso difícil cuando es machacada por una gran piedra de molino. El producto de la primera cosecha, el aceite exprimido inicialmente, es separado para ser usado como aceite de unción. Es en el machacar que la unción es encontrada.  

Es durante tiempos de trituración que nuestras almas añoran más intensamente a Dios. Creo que hay profundas partes de nuestras almas que resuenan con las profundidades de la eternidad. Hay lugares dentro de nosotros que son tan profundos que no encontramos la manera de describir los anhelos, y no entendemos sus profundidades. Creo que esto es nuestro ser más profundo clamando a la profundidad de Dios. Estos anhelos resuenan con la eternidad, para la cual fuimos creados.

Tratamos de encontrar lo que buscamos en muchos lugares, pensando, “¡esto es lo que anhelaba!” Mas sin embargo los anhelos profundos de nuestros corazones sólo pueden ser saciados por Dios.  

El tiempo de trituración continúa hasta que nos damos cuenta de que, para poder encontrar plenitud, necesitamos buscar los pozos más profundos, los lugares que proveen refrescamiento, esa agua fresca que podemos sacar una y otra vez. No tenemos que tropezarnos buscándolos, estaban ahí siempre – simplemente no nos volteamos hacia ellos.  

Este pozo en realidad está dentro de nosotros, pero preferimos llenarlos de basura obstruyéndolo y bloqueando la llamada y la repuesta de lo profundo hacia lo profundo. Le echamos cosas dañinas que apetecen a nuestros ojos, cosas con las que no queremos lidiar, dolencias, relaciones dañadas, amarguras, y después nos preguntamos por qué, y cuando nos vamos hacia el pozo, es muy amargo al probarlo.  

He hablado antes acerca de nuestros corazones siendo como áticos llenos de basura, donde guardamos tantas cosas negativas, en vez de tratarlo como el salón del trono como debe ser. Nuestra alma dice la misma historia. Debe ser un lugar de pureza, donde Dios lo pueda llenar de sí mismo, dando todo el alimento que necesitamos. Pero El no puede llenar un espacio que no existe. A veces le permitimos un lugarcito pequeño para llenar, y pensamos que es suficiente, pero cuando tratamos de sacarle algo, es tibio, lleno de polvo. El tomar de este "charco" nos deja insatisfechos.

Es tiempo de que vaciemos nuestros pozos. Nuestras almas son lugares muy, muy profundos, que Dios puede llenar hasta rebozar con todo lo que necesitamos para tener éxito. Él nos puede dar el sustento, alimento y refrescamiento que nuestras almas necesitan. Pero Él no puede llenar un pozo que no es un receptáculo. Una vez que permitimos que esto suceda, nos convertimos en una fuente de vida para otros también. No es que otros vienen a tomar de nuestro pozo, pero es porque nuestra copa reboza, y el refrescamiento, la vida y el gozo que encontramos se torna contagioso.  

Toma un poco de tiempo hoy para intencionalmente revisar tu corazón y tu alma. ¿Son profundos – pero, qué hay dentro de ellos? ¿Los hemos bloqueado? ¿Hemos tirado basura dentro de ellos? ¿Estamos envenenando nuestro pozo, y lo que sacamos de él sale amargo para nosotros y para otros?