¿Está abatido hasta el polvo?Muestra

 «Reclama la Palabra»

Si queremos avivamiento para nuestras almas, será según la Palabra de Dios. No se engañe pensando que descubrirá la vida que anhela con leer o estudiar la Biblia de modo mecánico. Lo que hace la diferencia no es el acto de leer la Biblia, sino la actitud de su corazón cuando lee la Biblia. Pablo afirma a los corintios, que la letra de la ley carece de poder. 

El Espíritu da vida, con el instrumento viviente para impartir esa vida: la Palabra de Dios. Su instrumento es una espada de dos filos. Considere las palabras de Jesús halladas en Juan, el contexto es el mismo: la vida. La respuesta a nuestra necesidad es una renovación de la vida que da el Espíritu. Esta renovación proviene de ceder el control absoluto de nuestra vida al Espíritu. Llegamos a este punto conforme el Espíritu nos ministre a través de la Palabra. Este avivamiento es «según» la Palabra de Dios. Algunos sólo hablan del Espíritu, pero conocen muy poco de la Biblia. Otros dedican horas a estudiar las Escrituras, mas nunca permiten que el Espíritu de Dios tenga el control de sus vidas. El Espíritu imparte vida a nuestro espíritu, en la medida que apliquemos el «Libro viviente» a un corazón rendido a su control.

¿Cómo puede el Espíritu de Dios, aplicar de una manera práctica el Libro viviente, a un corazón consumido? El versículo 26 del Salmo 119, muestra cómo David resolvió su problema, confesó sus propios caminos. Sabe que sus caminos, por naturaleza, no siguen los caminos de Dios. Reconoció su necesidad de limpiar su camino. ¿Qué hizo entonces? Manifestó sus caminos ante Dios. Los reconoció, «confesó» sus caminos a Dios. 

A nadie le gusta admitir sus equivocaciones. Todos queremos ayuda de Dios. Pocos queremos confesar que no podemos lograrlo por nosotros mismos. Nuestros caminos resultan en confusión, pecado, frustración, debilidad, o temor; los caminos de Dios no son como nuestros caminos. David dijo que manifestó sus caminos a Dios y que Dios le respondió. ¡Por supuesto que lo hizo! Confesar nuestros propios caminos a Dios es seguir sus caminos. 

¿Sigue hallando un pozo vacío cuando se acerca a la Biblia? El problema radica en su corazón, no en la Palabra. Confiese sus pecados a Dios, presente su corazón delante de Él, para que pueda limpiarlo con el lavamiento del agua por la Palabra. Puede estar seguro que Él oye y concede los deseos de su corazón. Pero, ¿cuál debe ser el deseo de su corazón, si se ha cedido al control del Espíritu de Dios?