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Se prueba la fe 

Dios fortaleció la fe de Abraham a través de los años mediante diversas experiencias. El relato de Génesis incluye acontecimientos que muestran claramente aspectos en los que Abraham necesitaba madurez. En Egipto, recurrió al engaño para proteger su vida en lugar de confiar en la mano protectora del Señor. Presentó a Sara como su hermana en lugar que como a su esposa. Años más tarde, hizo lo mismo con Abimelec. Además, ya había mostrado cierta debilidad e impaciencia cuando se adelantó al plan de Dios de un hijo prometido y tuvo un hijo con Agar.

Años más tarde, después del nacimiento de Isaac, Dios se le apareció a Abraham con otra prueba para su fe. Dios le pidió a Abraham que ofreciera a Isaac como sacrificio. Esa prueba se destacaría como el punto culminante de la relación entre Abraham y Dios, siendo luego un ejemplo de fe para el mundo.

Cuando Dios le dijo a Abraham que sacrificara a Isaac, le pidió que hiciera algo muy propio de los cananeos, pero no de Yahweh, el Dios de Israel. Debido a que Abraham venía de una cultura idólatra en Canaán, probablemente tenía dudas acerca de esa petición que se parecía tanto a algunos de los sacrificios de sus experiencias del pasado. Sin embargo, siguió confiando en Dios a pesar de todo.

La petición de Dios también fue muy difícil porque Isaac era el hijo de la promesa. Dios había permitido que Ismael se fuera. La bendición de una nación escogida tenía que venir por medio de Isaac. Abraham había puesto todo su afecto y sus esperanzas en ese único hijo que Sara le había dado. Nada podía ser más difícil que matar a Isaac.

Dios usó ese acontecimiento para representar la muerte de Jesucristo. Así como Abraham sacrificaría a su único hijo, a quien amaba, Dios el Padre celestial sacrificó a su Unigénito Hijo en el Calvario. Tal como Isaac, era el único por medio de quien se cumplirían todas las promesas, así Jesucristo es aquel por quien el mundo es bendecido, y quien tiene seguidores tan numerosos como las estrellas.

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