[El amor de Dios] Constante e irrevocableMuestra

El amor de Dios nos ofrece perdón

Hay una pintura de Rembrandt Harmenszoon van Rijn, que siempre me ha llamado la atención. Es el llamado El regreso del hijo pródigo. Se cree que es una de las piezas finales de Rembrandt. En esta pintura describe perfectamente el perdón de un padre hacia su hijo, y se basa en la parábola del hijo pródigo de la Biblia. Si miras la pintura de cerca, casi puedes sentir el amor del padre por la forma en que las manos se colocan en la espalda de su hijo y la expresión de su rostro.

Esta parábola habla de un hijo que le pide al padre su herencia, y luego se va y gasta todo su dinero. Habla del perdón del padre, cuando el hijo regresa sin otra expectativa que convertirse en uno de sus sirvientes. El padre muestra un amor, que ofrece perdón y gracia inesperados. Lo mismo ocurre con el amor de Dios por nosotros. Incluso cuando menos esperamos ser amados y perdonados, él todavía nos ama y nos perdona, repetidamente. Porque así es Dios, ese es quien es.

El perdón que Dios nos da a través de su amor no es el mismo perdón que estamos acostumbrados a mostrar o recibir, de humano a humano. Dios arroja nuestros pecados tan lejos que ya no pueden afectarnos, él nos perdona y nunca nos guarda rencor. Su perdón es completo. Es un perdón que olvida todas las malas acciones. Un perdón, que va más allá de lo que podemos esperar o imaginar. Y esto no es por nosotros, porque hubiésemos hecho algo para merecer tal perdón, sino por quién es Dios y el amor que tiene por nosotros. Es un perdón que restaura, que trae vida, propósito, significado, esperanza y gracia.

Nosotros, como seres humanos, estamos acostumbrados a perdonar, pero no a olvidar. Sin embargo, Dios no es como nosotros, como hemos hablado en estos párrafos anteriores. Y mi oración por ti es que puedas aceptar el amor y el perdón de Dios en toda su plenitud. Sabiendo que no es y nunca será sobre ti, sino sobre quién es él. Sabiendo que nuestras acciones nunca serán mayores que su carácter. Para que un día te encuentres que amas y perdonas a los demás, de la misma manera que Dios nos ama y nos perdona todos los días.