Los que permanecen en mí, producirán mucho fruto Muestra

De oidores a hacedores

Toda verdad siempre se revelará de manera perfecta. No tenemos dificultades para entender en nuestro espíritu lo que Dios nos revela, pero la dificultad por lo general surge cuando queremos llevar esa verdad desde la dimensión del Espíritu hacia la realidad del mundo tangible. El eterno problema de la implementación, pasando de la teoría a la práctica.

Los riesgos de una visión nunca se encuentran en Dios. Cuando recibimos esta revelación, debemos asumir la responsabilidad de unirnos a otros para vivir en la unidad del Espíritu Santo y edificarnos en el vínculo de la paz. Entonces, trabajaremos para hacer que esa verdad revelada se convierta en una masa crítica que impacte al mundo para que crea en lo que nos fue impartido. Esto es mucho más que una simple doctrina o una filosofía; es la vida de Cristo operando en cada uno de nosotros. 

Jesús decía que las parábolas son un misterio del reino de Dios. En cada parábola hay un secreto encerrado que sostiene el fundamento del reino. Jesús nos enseñó a orar al Padre diciéndole: «Venga tu reino y hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra» (Mateo 6:10) RVR. Cuando Dios nos revela en su Palabra cuál es su voluntad y la comprendemos, se nos presenta el desafío de ponerla por obra. ¿Qué haremos con lo que hemos oído? 

Piensa

Si queremos que nuestra vida en Cristo sea fructífera es fundamental:

1. Oír la palabra y permitir que el Espíritu Santo nos revele cómo implementarla, cómo poner en práctica la visión, lo que Dios nos habla a través de la verdad revelada en las Escrituras.

2. Asumir la responsabilidad de pasar de ser oidores a hacedores. Implementar lo que hemos aprendido.

3. Unirnos al cuerpo de Cristo y trabajar en unidad de Espíritu. Nunca podremos dar fruto solos, necesitamos al resto del cuerpo de Cristo para poder ser edificados, efectivos e impactar la sociedad.  

Oración

Espíritu Santo, guíame a toda verdad. No puedo llevar fruto sin tu ayuda, no quiero ser solo oidor, quiero que venga tu reino y que sea hecha la voluntad del Padre aquí en la tierra. Quiero ser hacedor. Ayúdame a trabajar en unidad de Espíritu junto a mis hermanos para que el fruto sea abundante y tu reino se extienda en aquellos corazones que te están buscando. Amén.