[Serie Nuestra historia–Un repaso bíblico para católicos] Los Evangelios y el nacimiento de la iglesiaMuestra

Hechos de los apóstoles - Pedro y Pablo

Cuando comenzamos nuestro viaje en la primera serie de Nuestra historia, vimos como desde el llamado de Abraham, en el Antiguo Testamento, Dios escoge a un hombre que se convertiría en una gran nación para bendecir a todas las familias de la tierra, su nombre era Abraham.

Es en el libro de los Hechos, que el sueño de Dios, se verá concretado. La familia de Dios pasa de ser nacional judía, a ser internacional. El Evangelio será proclamado a las naciones, todos oirán la buena noticia. Todos tienen que saber que Dios se hizo hombre, caminó entre nosotros, tomó nuestro lugar en la cruz y pagó el precio que nosotros teníamos que pagar, morir. Resucitó al tercer día venciendo a la muerte y nos dio el regalo de la vida eterna, una vida de comunión con Dios.

¿Habrá algo o alguien que pueda frenar esta noticia? El primer obstáculo que se presenta lo tiene que afrontar Pedro. Luego de sanar a un cojo (capítulo 3) es encarcelado por hablar acerca de la resurrección de Jesús. Pero ¿cómo frenar una noticia semejante? Cinco mil personas se sumaron a la comunidad viva de creyentes en ese mismo día. La buena noticia es incontenible, Pedro viaja incansablemente llegando hasta Roma, la capital del Imperio. 

Así como los religiosos judíos persiguieron a Jesús, también persiguieron a sus seguidores. Uno de los perseguidores más feroces de la iglesia, Pablo, estaba entre aquellos que apedrearon al primer mártir, Esteban. Como resultado de su muerte, muchos cristianos comenzaron a alejarse de Jerusalén por temor a padecer la misma suerte. Esto hizo que el Evangelio comenzara a llegar a tierras cada vez más lejanas y que personas que no eran judías, también recibieran al Espíritu Santo.

La fuerza imparable del Evangelio no encuentra frenos y se dirige al encuentro de quien un tiempo atrás, se había dedicado a perseguir a la iglesia. El perseguidor se convirtió en el perseguido. ¡Cuánto tuvo que padecer Pablo por causa del Evangelio!

El relato de su conversión es impactante. Pablo respiraba amenazas contra los cristianos, perseguir a discípulos de Jesús era su oxígeno, ¿puedes creerlo? Y ese día, en camino a Damasco, se encontró con el Salvador del mundo. El resto es historia, fundó iglesias en todo Asia y en Europa. Las ciudades más importantes del Imperio romano escucharon el Evangelio gracias a su enseñanza y predicación. Fue apedreado, encarcelado, golpeado, celebrado y burlado en el mismo día; pero hasta el último día de su vida, y con cada respiro, dio lo mejor de sí para que la buena noticia llegara a oídos de todos los que cruzaban su camino.

No todos tenemos la tenacidad de Pedro o de Pablo, pero lo que sí tenemos, al igual que ellos, es al Espíritu Santo. Tú y yo somos parte de la iglesia de Jesucristo sobre la tierra. Somos parte de la comunidad viva de creyentes que hoy, sigue escribiendo el libro de los Hechos. Hay muchas personas a tu alrededor que están esperando con ansias, escuchar la buena noticia del Evangelio. Te invito a que, junto al Espíritu Santo, seas parte de la historia y transmitas este mensaje de amor a quienes lo necesitan.