[Serie Nuestra historia–Un repaso bíblico para católicos] Los Evangelios y el nacimiento de la iglesiaMuestra

Lucas, el Evangelio de la oración

¿Tienes algún amigo de esos que, al igual que Sherlock Holmes, parecen notar los detalles que nadie más puede notar? Me refiero a ese tipo de persona a la cual le gusta investigar todo y que conoce esos pequeños pormenores que pueden parecer insignificantes al ojo común pero que, ante su ojo, prueba ser fundamental para explicar el todo. 

Si no conoces a nadie así, hoy quiero presentarte al médico Lucas, conocido autor del Evangelio que lleva su nombre. Un diligente investigador que escribe con la exactitud de un historiador y que dedica su obra a Teófilo, un alto funcionario del Imperio romano. Teófilo parece ser un honrado buscador, alguien que quería saber más acerca de este Jesús que estaba transformando el mundo en ese entonces conocido. Si al igual que Teófilo, estás buscando de todo corazón a Jesús, te invito a que leas el Evangelio de Lucas y disfrutes de un relato que cambiará tu vida para siempre.

El objetivo de la escritura de Lucas es el hacernos conocer bien la verdad y, hacerlo ordenadamente (1:3–4). Su obra es el producto de la más cuidadosa investigación. Pensemos en que solo para situarnos exactamente en la fecha del inicio del ministerio de Juan el Bautista, usa como referencia seis datos contemporáneos al lector (o historiador). Si tuviera que citarlos no tendría mucha incidencia para nosotros (a menos que no seas un ávido historiador del Imperio romano). Pero si te dijera que Juan el Bautista surgió cuando Donald Trump era presidente de los Estados Unidos, Andrés López Obrador de México, Jair Bolsonaro gobernaba en Brasil, Mauricio Macri en Argentina, Pedro Sánchez en España y Emmanuel Macron de Francia; sin lugar a dudas no tendrías problemas a situarte en el tiempo y a comprender que quien escribe, está tomándose todos los recaudos al brindarnos información.

Pero de todos los datos que Lucas nos presenta, el detalle que más nos llama la atención tiene que ver con el ejemplo de la vida de oración de Jesús. Lucas nos presenta a Jesús orando en todos los momentos cruciales de su vida: en su bautismo (3:21), antes de su primer enfrentamiento con los fariseos (5:16), antes de escoger a los doce discípulos (6:12), antes de anunciar a sus discípulos su muerte por primera vez (9:18), en la transfiguración (9:29) y en la cruz (23:46). 

Tan importante era este tema que es el único Evangelio en donde se encuentran la parábola del amigo inoportuno (11:5–13) y la del juez injusto (18:1–8). A través de ellas, Jesús nos enseña la necesidad de ser insistentes en oración ante nuestro Padre celestial. Cuando estamos pasando por pruebas y necesidades, Jesús nos enseña que debemos orar siempre y sin desanimarnos.

¿Hay algo que te está agobiando? ¿Tienes necesidad de una respuesta que solo y únicamente puede venir de parte de Dios? Insiste, reza sin cesar. El que busca encuentra, el que pide, recibe; y al que llama a la puerta, se le abre. Dios nos defiende sin demora. Llenemos de fe nuestro corazón a través de la lectura de la Palabra de nuestro Señor.