[Serie 1 Juan] LimpiadoMuestra

Tres confesiones

Hablemos hoy acerca de un aspecto más de la confesión. Hay una confesión a Dios que es para salvación, la confesión para continuar la relación con él y la confesión a otra persona.

¿Cómo se convierte una persona en cristiana? Tú confiesas con tu boca que ya no estás a cargo de tu vida nunca más y ahora Jesucristo está al frente. ¿Has declarado esto al Señor?

«Señor, yo sé que he pecado. Yo sé que he hecho cosas malas. Jesús, yo sé que tú eres el Salvador. No se trata de ir a la iglesia, hacer las cosas correctas o mi fuerza de voluntad que haga esto posible. Necesito un Salvador. Necesito tu sangre que me limpie. Quiero confesarte que soy un pecador. Límpiame de mis pecados. Te he lastimado, Dios. En fe, coloco mi vida en tus manos. Confío en ti como mi Salvador. Límpiame de mis pecados. Dios, sálvame. Deseo que mi corazón sea cambiado».

Tu única esperanza para el perdón de los pecados es la resurrección y la cruz. Si crees en tu corazón que Dios levantó a Jesús de la muerte y confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, entonces serás salvo.

También confesamos a Dios y a nuestros padres, para restaurar y mantener las relaciones existentes para que ellos puedan continuar sin impedimentos entre ellos.

Déjame darte un ejemplo. Te levantas en la mañana un poco gruñón. Llegas a la oficina y decides dejar que todos lo vean. Lo que debes hacer es regresar a tu oficina y decir, «Señor, perdóname porque hoy he sido gruñón, ayúdame a no ser gruñón». Entonces caminas a tu oficina y dices, «Siento mucho haber sido gruñón hoy». Tú comienzas a tirar eso horizontalmente, porque tú lo solucionas primero verticalmente. Debe haber tiempos en nuestras vidas cuando decimos, «Señor, en este momento me siento enojado (o codicioso, lujurioso, celoso) y quiero confesarte esto antes que lo saque con alguien más. Quiero preguntarte para darme la fortaleza de hacer un desastre».

Hay una confesión para salvación cuanto vienes a ser cristiano, una para continuar esa relación y otra para hacer las cosas bien con los demás. La confesión hace la diferencia.