Lecciones de mi jardínMuestra

Deleite

No todo es trabajo cuando visito mi jardín. Frecuentemente camino despacio entre las hileras, admirando las plantas que crecen y la belleza de las flores. Hago pausas para disfrutar la fragancia dulce de una flor y tomo una foto de una linda libélula. Sonrío cuando noto una calabaza pequeñita, y volteo para admirar una mariposa revoloteando. Tomo tiempo para deleitarme, honrar y disfrutar del fruto de mi trabajo—mi creación. 

De la misma manera, tu Creador se deleita en ti, ¡Su creación! Él no simplemente te acepta o te tolera porque no tiene opción. ¡La gracia de Dios y Su amor por ti conlleva Su total intención, atención y deleite personal en ti! Te celebra. Él te alaba y disfruta porque le perteneces. 

Al comprender cuánto nos celebra, nuestra respuesta debería ser un intercambio de amor y gozo extravagante con nuestro Padre—disfrutando de Él, adorándole y alabándole, pasando tiempo con Él. 

Piensa en esto: cuando disfrutas algo verdaderamente comienzas a alabar espontáneamente. Cuando tu bebé camina por primera vez, te emocionas y le dices: "¡Bien hecho! ¡Así se hace!". Cuando tu equipo gana, celebras ruidosamente. Cuando mis nietos están conmigo, sonrío con deleite y sus payasadas causan que ría escandalosamente. Como C.S. Lewis dice: "...El deleite está incompleto hasta que se expresa". La alabanza es el toque final—la respuesta natural al gozo que estamos sintiendo—no importa si es por nuestras hermosas flores o por la maravillosa gracia de Jesús. 

Puede que comprendamos el concepto de deleitarnos en Él, pero tomarnos el tiempo y esforzarnos para dale honor a nuestro Creador con adoración y alabanza, frecuentemente se considera pérdida de tiempo y esfuerzo. Muchas veces no vemos el propósito o efecto de la adoración porque queremos medir el progreso de nuestros esfuerzos tangiblemente con objetivos y metas. 

Los discípulos de Jesús tenían sus propias opiniones sobre la adoración en Mateo 16:6-10 (LBLA). Este pasaje relata una historia conmovedora sobre la importancia de la máxima devoción cuando una mujer lava los pies de Jesús con sus lágrimas, los seca con su cabello y los unge con un aceite perfumado muy caro como ofrenda de devoción hacia Él.

Siguiendo este ejemplo, el valor real de nuestra adoración se mide solo con lo que estamos dispuestos a ofrecer como respuesta a Su amor extravagante por nosotros--tiempo, esfuerzo, humildad y rendición—nuestro corazón completo, alma y cuerpo—todo, el 100%.

Adicionalmente y muy importante, la adoración es batalla. La expresión de nuestra gratitud y alabanza a Jesús disipa los malos pensamientos y el mal humor. Darle honra y adoración se convierte en la postura "¡Toma esto!", que hace retroceder a los espíritus malignos y engañadores mientras les recordamos a ellos y a nuestros temores que nuestro Padre es el conquistador. Que Él ha vencido al pecado y a la muerte. Y que somos Sus hijos escogidos, reinando con Él en los lugares celestiales. 

Que podamos llegar a comprender el inmenso valor que tiene alabar y adorar a nuestro Rey. Que podamos verlo a Él en los milagros y en lo mundano, deleitarnos en Él con nuestras exclamaciones de alabanza. Que nuestros corazones se derramen en adoración y rendición por todo lo que Él ha hecho por nosotros.

¿Te deleitas en Él, viviendo una vida de adoración, alabanza y rendición?

Él se deleita en ti y te invita a que experimentes una vida gloriosamente plena en Su presencia amorosa, hablando y caminando diariamente con Él.

En la jardinería y en la vida se necesita compromiso, intencionalidad y esfuerzo para experimentar un crecimiento sano. Si no se cuida constantemente, ambos volverán a su naturaleza original. Pero cuando se les da suficiente luz, agua y atención puedes estar seguro de que obtendrás un hermoso resultado y una cosecha lo suficientemente abundante como para compartirla con otros. 

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