Dos seres.Muestra

 Paga del pecado.

Ayer vimos el primer ser que mora en nosotros: la carne; ella desea lo malo y quiere el deleite continuo; ahora bien, todo lo que se hace recibe una paga; en este caso, si nos dejamos arrastrar por el primer ser y vivimos en un estado de pecado y deleite hacia la carne, recibiremos el pago que nadie quiere: la muerte. Hay dos tipos de muerte, la muerte física que todos vamos a experimentar porque nuestro cuerpo se va desgastando y llega el momento en que falla de alguna manera y deja de funcionar; por otro lado también está la muerte espiritual. 

La muerte espiritual es terrible porque trae una separación de Dios a causa del pecado, esta muerte es la que lleva nuestra alma hacia la condenación eterna; el lago de fuego y azufre al cual todos quienes pecan y no reciben a Jesucristo como Señor y Salvador tienen destinado. La Palabra es clara cuando nos dice que la paga del pecado es la muerte, la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús; solo a través de Él podemos escapar de la condenación (Juan 14:6); también debemos reconocer que somos pecadores y que necesitamos de la gracia de Dios para ser salvos (Efesios 2:8-9), que por nuestras propias fuerzas es imposible llegar al cielo.

Amado amigo, amada amiga, no se si ya has experimentado la gracia redentora de Dios por medio de Jesucristo, si no es así te invito para que recibas a Cristo como Señor y Salvador, solo mediante ese paso de fe es que podemos ser salvos porque continuaremos pecando de una manera u otra, solo por medio de Jesús recibimos al Espíritu Santo quien nos va regenerando y así podemos ser santificados; te invito para que abras tu corazón y ores conmigo:

Buen Dios, sé que soy un pecador y que no merezco ser tu hijo, reconozco mi incapacidad y debilidad como ser humano; reconozco que sólo mediante Jesucristo puedo ser salvo; te pido que me aceptes como tu hijo, reconozco a Jesús como mi Señor y Salvador, te pido que entres a morar en mi corazón y que me transformes cada día a través de tu Santo Espíritu, que mi nombre sea inscrito en el Libro de la Vida para que cuando me presente delante de Tí pueda entrar al Reino Eterno a gozarme contigo, amén.