Si Dios es soberano, ¿por qué orar?Muestra
Orar es santificación
A medida que nos acercamos a Dios en oración, lo conocemos mejor. Aprendemos del carácter de Dios. Pero eso no es todo lo que pasa. La oración también nos cambia. A medida que dedicamos más tiempo a la oración, nos convertimos en mejores personas. Cuanto más oramos, más nos transformamos a la imagen de Dios. Dicen: «Dime con quien andas, y te diré quién eres». Esto también es cierto acerca de la oración. Cuanto más oramos, más nos volvemos como nuestro Señor.
La oración es una manera que Dios ha ordenado para santificarnos. En la oración, estamos aprendiendo lo que Dios ama. Mientras oramos, estamos descubriendo lo que a él le importa. A través de la oración, sabemos lo que Dios aprueba. El Espíritu de Dios usa este conocimiento para transformarnos. Aprendemos acerca de Dios de tal manera que nos volvemos como él en el proceso. Cuanto más oramos, más amamos lo que Dios ama. A medida que pasamos tiempo en la presencia del Señor, empezamos a preocuparnos por lo que a él le interesa. Crecemos el corazón de Dios en nuestros corazones.
Es por eso que la Biblia dice que la eficaz oración ferviente de un hombre justo sirve mucho. La oración genuina involucra no solo nuestra mente, sino también nuestro corazón y nuestros afectos. En una oración ferviente eficaz, nuestros corazones concuerdan con Dios. Intercedemos por lo que Dios ama y cuida. Nuestros corazones comienzan a romperse por lo que su corazón rompe. Desarrollamos el carácter de amor y compasión de Dios.
Este proceso de santificación es muy importante. También requiere devoción para orar. Nuestro Salvador es un ejemplo de tal devoción. Los evangelios nos dicen que Cristo oró frecuentemente; muchas veces Jesús oró toda la noche. Debido a que Cristo oró tanto, pudo decir que no hizo nada por su cuenta sino solo lo que vio hacer a su Padre. A medida que nos acercamos a Dios en oración, comenzamos a actuar más como sus hijos. En otras palabras, cuanto más oramos, más conocemos el corazón y el carácter de Dios. Al dedicar nuestras vidas a la oración, conoceremos la voluntad de Dios. Eventualmente, podremos decir con Cristo que, como hijos de Dios, hacemos lo que vemos hacer a nuestro Padre Celestial.
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Acerca de este Plan
Dios es soberano, todo poderoso y omnisciente. Al mismo tiempo, Él nos manda a orar. Orar es el significado para nosotros de acceder a la provisión de Dios para nuestras vidas. Orar es un privilegio para cada Cristiano de experimentar la maravillosa voluntad de Dios. Orar es una relación que nos santifica para tener el mismo corazón de Jesús.
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