A prueba de tormentasMuestra

Cuando estás en medio de una tormenta, ¿qué tipo de preguntas haces? Esas preguntas podrían determinar su potencial para superar la tempestad. Consideremos la pregunta que hizo Pedro cuando Jesús llegó en medio de esa tormenta en el mar.

Pedro le dijo a [Jesus]: “Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre el agua” (Mateo 14:28).

Tal vez lo que Pedro pretendía que todos en ese pequeño bote de madera comprendieran era lo que la cercanía de Jesús ofrecía para todos ellos: “¡Jesús, si realmente eres Tú, eso significa que un milagro está a punto de ocurrir!”.

Pedro, el hombre aventurero y de fe, reconoció este momento como la oportunidad de su vida. Sabía que podía ser parte de un milagro demostrativo de Jesús, por lo que proclamó, en efecto: "¡Jesús, quiero lo que tienes!".

Pedro, un hombre común, caminó sobre el agua con Jesús, el Hijo de Dios, superando las leyes de la naturaleza.

Pedro, el pescador sin educación (pero obstinado), usó olas tempestuosas como peldaños literales para llegar a su amado Señor.

¡Pedro, el que negaría a Cristo tres veces, aceptó la invitación de Jesús de “ir ” a Él fuera de un bote en medio de una tormenta en el mar!

Sin embargo, cuando Pedro comenzó a observar sus circunstancias, vio la fuerza del viento y se asustó. Y en el instante en que apartó los ojos de Jesús y se volvió más consciente de la tormenta que de su Salvador, comenzó a hundirse. Está claro que si eres más consciente de tu tormenta personal que de la presencia y el poder de Jesús, como Pedro, te abrumará el miedo y descubrirás que estás muy por encima de tu cabeza.

En el instante en que Pedro extendió la mano y tomó la mano de Jesús, estaba de nuevo sobre las olas. Mi querido amigo, incluso si has cometido errores devastadores e inolvidables en la vida, ¡toma la mano de Jesús! ¡Mira en Sus ojos centelleantes y aférrate a Él con cada onza de fuerza que te quede en tu vida sacudida por la tormenta!

No importa cuánto tiempo haya durado tu tormenta y cuán violentas se hayan vuelto tus circunstancias, Jesús no está ignorando tu tempestad. Él está en camino y, de hecho, calmará tu tormenta en Su tiempo perfecto y completo.