[Serie El Señor te mantiene a salvo] ¡Tengo tanto miedo!Muestra

Me siento impotente

El sentimiento de impotencia es uno de los mayores limitantes del ser humano. Porque sentir que no tienes fuerzas para hacer algo, te debilita no solo físicamente, sino emocional y espiritualmente. Los brazos caídos son señal de impotencia. Es un sentimiento que te sobrepasa y te domina si no lo rindes ante el Señor. 

La impotencia como ese profundo e inconsolable dolor emocional que resulta de no poder remediar una situación o circunstancia desagradable, es un sentimiento más profundo y difícil de tratar si permitimos que avance. Dolor, culpa, ansiedad, angustia, sumados a la impotencia, desemboca en ansiedad y desesperación. Ese dolor que se profundiza y lastima, hace más daño que bien. 

El hijo de Dios tiene un tesoro mayor a cualquier otro. El tesoro del amor de Dios. Si no fuéramos criaturas de Dios, estaríamos perdidos y sin esperanza como cualquier otro. Pero con Dios… las cosas son diferentes. Dios marca una diferencia abismal, no para sentirnos más que el resto de la humanidad, sino para saber que cuando atravesamos situaciones difíciles en la vida y nos comenzamos a sentir impotentes, no estamos solos. Tenemos una salida. Tenemos nuestra fortaleza, que es Cristo. Tenemos su amor, su perdón, su paz. 

Un hijo de Dios no está perdido, un hijo de Dios tiene una identidad, una posición y la Palabra que es el punto de partida para superar cualquier situación. David se enfrentó a cosas difíciles, no se diga Daniel, al igual que el apóstol Pablo. La diferencia está en que ellos sí sabían quiénes eran y en quién habían creído. Su identidad los llevó a tomar la situación con la actitud correcta. Dar la gloria a Dios en todo, hablaron con sabiduría aún en los momentos difíciles. 

Que cada palabra que salga de tu boca sea para alabar a Dios, darle toda la gloria y la honra siempre. No te dejes engañar por los sentimientos, son pasajeros y generalmente cambian según las circunstancias. Hoy es tiempo de levantarte y someter todos tus sentimientos al gobierno de Cristo en tu vida. Hoy es día de victoria.

Oremos

Te alabo mi Señor, gracias por hacerme tu hijo. Has hecho tanto a mi favor, las circunstancias se ven tan pequeñas que no dejaré que vuelvan a gobernarme. Tú me das la paz que necesito y el amor que me fortalece. Entrego toda mi ansiedad a ti. Amén.