[Serie El Señor te mantiene a salvo] ¡Tengo tanto miedo!Muestra

Estoy preocupado y perturbado

El diccionario define preocupación como «pensamiento que produce temor, inquietud o ansiedad». Se presentan como cadenas de pensamientos continuos, incontrolables, que dan vuelta sobre un supuesto peligro sobre el que no tiene control alguno. Por eso la mente sigue desarrollando pensamientos sobre cómo será esto o aquello; y si lo hiciera de esta manera, pero si pasa aquello… Sin darse cuenta las suposiciones producen temor descontrolado que desemboca en ansiedad.

Cuando damos rienda suelta a este tipo de pensamientos, avanzamos hacia realidades inexistentes, realidades imaginarias que son pura ficción armada en nuestra mente. Como no atiende a un hecho, sino a suposiciones, la mente da rienda suelta a todo tipo de ideas aun cuando vayan en contra de los principios de la Palabra de Dios. 

Al permitir que estos pensamientos irracionales gobiernen las emociones, el sentimiento de preocupación aflora y puede llegar a producir tal nivel de ansiedad que afecta la salud de la persona. Principalmente el corazón manifiesta las consecuencias de estas malas decisiones. Sin embargo, los hijos de Dios tenemos la posibilidad de encontrar una solución.

¿Qué debo hacer como hijo de Dios ante la preocupación?

Como hijo de Dios tenemos la verdad de su Palabra que fundamenta nuestro accionar. Echemos nuestra ansiedad sobre él, solamente él tiene cuidado sincero y profundo de sus hijos. Él tiene la capacidad y el poder para recibir la ansiedad y preocupación tanto tuya como de cada uno de los seres humanos. El Todopoderoso te hace saber que tiene cuidado de ti. Por lo tanto, no hay excusa para buscar otra salida.

Mantenerte en la angustia y preocupación no te da la salida. La salida está en nuestro Padre celestial. Es hacer realidad la paz que él ya te dio. Recibir esa paz y vivirla con seguridad y gozo a pesar de las circunstancias. Saber que como su hijo puedes llegar confiadamente y descansar en él. David sabía en quién creía, por eso su confianza siempre estuvo con Dios a pesar de todas las difíciles crisis por las que atravesó. Sin embargo, vivió en victoria y hasta el día de hoy es recordado por los tiempos en que confió y se fortaleció en Dios. 

Oremos

Padre amado, te doy gracias por tu bondad, tu paz y tu perdón. No podría vivir sin tu amor. Solo en ti puedo echar toda mi ansiedad para descansar y en tu amor. Mi confianza está en ti. Amén.