[Serie El Señor te mantiene a salvo] ¡Tengo tanto miedo!Muestra

Me siento rechazado

El temor, la ansiedad, el rechazo pueden causar angustia, sentir que pasa el tiempo y que Dios no hace nada. Esta sensación puede producir sentimiento de rechazo. Pensar que Dios está tan ocupado que no tiene tiempo para ti o tal vez que no eres importante para él. Puedes sentirte rechazado por Dios. Recuerda que es tu apreciación, desde tu problema y tu crisis. ¿Qué hacer ante esto? Conoce más a Dios. Lee la Biblia, no permitas que lo que sientes te gobierne, porque los sentimientos son altamente influenciados por las circunstancias, no por la realidad de quién es Dios. Dios sí está para ti, te acepta y te ama.

Estoy desanimado

Innumerables situaciones de la vida pueden llevar a desarrollar un sentimiento de desánimo en un hijo de Dios. A veces las situaciones son tan adversas, que pareciera que no hay salida. Vemos que todas las posibilidades se han cerrado, al punto que resulta difícil vivir un día más. ¿Hasta dónde vamos a permitir que ese sentir nos controle?

David también entró en ese tipo de depresión y tuvo que elegir en quién creer y a quién aferrarse. ¿En quién crees tú? En tus posibilidades, en tu inteligencia, en la ayuda de tu familiar o de tu amigo quien siempre te extiende la mano, en tu mamá que te soluciona los problemas… ¿En quién está tu confianza? ¿Puedes dirigir tus ojos a Dios? ¿Antes de hablar con alguien más, hablas con el Padre celestial para recibir su consuelo primero?

El desánimo es una de las condiciones del alma que más tragedia puede traer. Te puede llevar a abandonar todo, trabajo, estudios, proyectos, emprendimiento, aún a la familia. El desánimo te lleva a ver pasar la vida sin hacer nada. El sentimiento de derrota es permanente. La improductividad es una de las consecuencias del desánimo. No importa si está presente una enfermedad grave o de muerte, no importa si estás en la quiebra, no importa si te acusan de cosas que no hiciste, no importa si te abandonó tu esposo, no importa si falleció tu hijo, no importa. Tus emociones te controlan y dominan. Sin embargo, recuerda que cualquier situación no es más grande que nuestro amado Dios. Esa fue la perspectiva del salmista.

Oremos

Señor, tú conoces mejor que nadie todo lo que estoy viviendo. No veo salida alguna. Reconozco que estoy desanimado. Pero hoy entiendo que tú eres mi mejor refugio, eres mi único refugio. Aunque me siento solo, sé en quién he creído y que tú estás en gobierno. Amén.