En La Brecha — Ser Un Hombre CristianoMuestra

Día 6 — El hombre que lo tenía todo

Leer: Marcos 10:17–31

Las varias expresiones en este relato —alcanzar la «vida eterna» (versículo 17 DHH), tener «riqueza en el cielo» (versículo 21 DHH), entrar en «el reino de Dios» (versículo 23 DHH), y «salvarse» (versículo 26 DHH)— son todas diferentes formas de expresar la plenitud de la vida que Jesús ha venido a dar a quienes eligen recibirla. Cuando Jesús le pregunta al hombre, «¿Por qué me llamas bueno?» (versículo 18 DHH), no estaba negando su propia bondad; más bien está desafiando al hombre que reconozca en Jesús la bondad divina que puede satisfacer el anhelo profundo de su corazón. Si el hombre puede confiar en la bondad infinita de Jesús, puede recibir el don de la vida que busca tan urgentemente.

Desafortunadamente, la riqueza del hombre le impide aceptar el regalo de salvación que Dios ofrece. Jesús reconoce que le falta «una cosa», que es el desapego de sus muchas posesiones (versículos 21–22 DHH). El hombre rico piensa que puede ganar la gracia de la vida eterna por seguir todos los mandamientos, y de esa manera no puede recibir humildemente el regalo del reino de Dios. Cuando Jesús le ordena vender sus posesiones, dar el dinero a los pobres y luego seguirlo, el hombre rico es incapaz de prescindir de la única cosa que obstruye su capacidad de tener un tesoro en el cielo.

Con una hipérbole inolvidable (versículo 25), Jesús les dice a sus discípulos que las atracciones de la riqueza y las posesiones son tan seductoras que una persona rica no puede escapar de su control. El proceso de ser salvo, la transformación que resulta por seguir a Jesús, es imposible que los seres humanos la consigan por sí mismos, «pero no para Dios, porque para él todo es posible» (versículo 27 DHH).

Reflexionar: ¿Cuál es esa «una cosa» que necesito dejar atrás para profundizar mi compromiso con el discipulado? 

Orar: Dios misericordioso, me invitas a separarme del encanto de las seguridades mundanas y la riqueza material a fin de seguir a tu Hijo, Jesús. Dame la seguridad de tu gracia y las riquezas de tu reino.