Preparando nuestros corazones para la Pascua: un devocional de CuaresmaMuestra

"Día 21: El Siervo Sufriente"

Jesús fue extraordinario en muchas formas. Pero si tuviera que juzgar su vida por las normas del mundo, por la mayoría de las opiniones sería considerado un fracaso. Él fue pobre, rechazado, y tuvo una muerte compleja y vergonzosa. Él no trató de conseguir comodidad, poder y reconocimiento como otros lo hacen.

Ni siquiera en su aspecto exterior, había indicación alguna de que Él era el creador y sustentador del universo. No tenía belleza o majestad que pudiera causar en otros envidia, a pesar de ser Él la fuente de toda belleza. Más que eso, fue totalmente rechazado y despreciado, varón de dolores, hasta el punto de que la gente se apartó y escondieron sus rostros de Él. Fue herido, afligido, traspasado, castigado, molido y sufrió más allá de toda comprensión. Y también, fue el ser más inocente y justo que jamás haya vivido.

Jesús vivió todas estas cosas para que nosotros nunca tuviéramos que hacerlo. Él experimentó dolor y pena de una forma que nosotros nunca podríamos haber soportado. Fue castigado por el pecado, a pesar de que Él nunca pecó. El último versículo nos dice que somos como las ovejas — tontas, indefensas y deseosas de seguir nuestro propio camino, pero el Señor cargó sobre sí nuestra iniquidad. A pesar de que era rico, por nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza fuéramos enriquecidos.

Oración

Padre, nos maravillamos de la humildad y compasión de Tu hijo. Es solo a través de Sus heridas que somos sanados. Renueva diariamente el gozo de nuestra salvación y ayúdanos a vivir en la luz de cosas aún más grandes por venir. En el nombre de Cristo, amén.

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