Perspectiva en la cima de la montaña Muestra
La imagen completa
Estás con un grupo de amigos y alguien sugiere que se tomen una foto. Todos están de acuerdo y se toma la foto. El grupo se aglomera alrededor de la pequeña pantalla para evaluar la calidad de la imagen. Algunos dicen «es genial» y otros «no me gusta». Si se trata de un grupo de dos, cinco o veinte, una cosa es casi segura: cada persona hacinada alrededor de esa pequeña pantalla ha ampliado y está evaluando, no la imagen completa, sino cómo se ven ellos.
Nuestra perspectiva gravita hacia el interés propio. Si estamos parpadeando, nuestro cabello está fuera de lugar o estamos haciendo una cara extraña, queremos que la imagen se vuelva a tomar. Queremos lucir lo mejor posible. Casi nunca se nos ocurre evaluar como se ven los demás o la calidad general de la foto. De hecho, si nos vemos bien, incluso si muchos otros tienen la boca abierta o los ojos bizcos, posiblemente lucharemos para que la foto se mantenga.
El mundo es más grande que nosotros. Hay cosas por ahí que son tan importantes como nosotros. Una verdadera perspectiva es capaz de tomar en cuenta estas cosas y dar el peso adecuado a una variedad de intereses. El apóstol Pablo dice: Que cada uno de ustedes vea no solo sus propios intereses, sino también los intereses de los demás. Dios quiere que sus hijos amen, sirvan y se entreguen a los demás. Muchas veces, podemos encontrarnos con una idea o persona que diga: «Me gustaría ser voluntario en un orfanato» o «He estado pensando en mi amigo toda la semana». Esta es una gran oportunidad para dar de ti mismo a los demás. Si está en tu mente, ponlo en acción. Ve como voluntario o llama a ese amigo y tómense un tiempo para escuchar a alguien más.
Cuando nos enfocamos en nosotros mismos, limitamos nuestra capacidad de comprender y apreciar la plenitud del mundo. Cuando buscamos el mejor interés de los demás, no solo ampliamos nuestra perspectiva, sino que también descubrimos que nuestro verdadero interés reside en servir.
Escrituras
Acerca de este Plan
Dios es el único verdadero creador y verdadero dueño de todas las cosas. El mundo es más grande que nosotros. Dios quiere que sus hijos amen y sirvan a los demás. La cima de la montaña no es la meta. Es como cualquier otra circunstancia: un punto de control. Una oportunidad de estar agradecido. Una oportunidad de aprender. Una oportunidad de percibir una verdad más plena del singular viaje de la vida.
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Nos gustaría agradecer a Tim Dunn, autor de Globos Amarillos: Poder para vivir la vida por encima de las circunstancias; y miembro de la junta directiva de la Grace School of Theology en colaboración con El Centro Network, por proporcionar este plan. Para obtener más información, visita http://www.gsot.edu y http://www.elcentronetwork.com