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2. Hechos: Historia

La esperanza de los discípulos de Jesús fue destrozada cuando Jesús murió. Su crucifixión los había dejado desunidos y desilusionados. La noticia de Su resurrección, por el contrario, les trajo esperanza, y Su aparición los transformó. De ese pequeño grupo de hombres, la iglesia creció rápidamente en el mundo. El libro de Hechos cuenta la historia del comienzo de la iglesia. Lo dividiremos en cuatro títulos: poder, proclamación, persecución y Pablo.

Poder (Hechos 1 -2:13) Antes de que Jesús ascendiera al Padre, dijo a Sus discípulos que esperaran en Jerusalén hasta que viniera el Espíritu Santo. Diez días después, cuando los discípulos estaban reunidos en el Día de Pentecostés, vino el Espíritu Santo.

El Día de Pentecostés, estaban todos unánimes en ese lugar. Y de repente vino un sonido del cielo, como un viento poderoso, y llenó toda la casa donde estaban sentados. Luego aparecieron lenguas como de fuego sobre cada uno. Y fueron llenos con el Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas por medio del Espíritu (Hechos 2:1-4).

Esto marcó el comienzo de la iglesia, los "llamados" de todas las generaciones quienes componen el cuerpo de Cristo. Lo que parecían ser llamas de fuego reposaron sobre cada discípulo, y comenzaron a hablar en lenguas extranjeras que nunca habían aprendido antes. Un sonido como viento rugiendo causó que la multitud se reuniera y la gente de muchos países escuchó a los discípulos hablar en su dialecto de nacimiento. La gran institución de esta época, la iglesia, había comenzado.

Proclamación (2:14 - 3:26). Jesús había dicho que los discípulos recibirían poder para ser Sus testigos. El mismo día en que recibieron ese poder, comenzaron a proclamar a Cristo. Pedro se paró y se dirigió a la multitud con gran coraje. El tema de su sermón fue este: Ustedes crucificaron al Mesías tan esperado, pero Dios lo levantó de los muertos. Cuando la gente preguntó qué debían hacer, Pedro les respondió:

Arrepentíos y bautícense cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (2:38).

Ese día alrededor de 3,000 personas confiaron en Cristo, y la iglesia comenzó a crecer. Pedro y Juan predicaron otra vez en el Pórtico de Salomón, y muchos más creyeron en el mensaje salvador del evangelio.

Persecución(Hechos 4:1-8:3) Con el crecimiento vino la oposición. Pedro y Juan fueron arrestados por predicar, amenazados, y ordenados a dejar de hacerlo. Pero ellos se negaron a obedecer la orden y predicaron con más denuedo. Los Saduceos estaban celosos de la popularidad de los apóstoles, entonces los hicieron arrestar y encarcelar. Luego que fueron liberados por un ángel, los apóstoles fueron re-capturados y traídos ante el consejo judío, donde fueron golpeados y obligados a dejar de predicar. Le dijeron al consejo que obedecerían a Dios antes que a los hombres, y continuaron predicando y enseñando diariamente.

El odio de los líderes religiosos hacia los cristianos se enfocó en Esteban. Cuando fue traído ante el sumo sacerdote, Esteban predicó con tremendo poder, terminando su prédica con esta dura condenación:

¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; vosotros recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis. (Hechos 7:51-53).

La multitud estaba furiosa. Alentada por los líderes religiosos, apedrearon a Esteban hasta la muerte. Un hombre en esa multitud un hombre llamado Saulo sostuvo las prendas de los que lanzaban las rocas. Él lideró la persecución de cristianos, yendo de hogar en hogar y capturando a hombres y mujeres. Los seguidores de Jesús dejaron Jerusalén, y a donde se fueron llevaron el evangelio con ellos. Algunos fueron a Damasco, y Saulo obtuvo permiso para ir y arrestarlos.

Pablo(Hechos 9:1-28:31). Durante su viaje a Damasco, una luz brillante detuvo a Saulo y lo forzó a echarse al piso. Una voz le habló desde la luz. Cuando Saulo preguntó quién hablaba, Jesús se identificó. En un instante Saulo fue convertido. Él dijo, "Señor, ¿Qué quieres que yo haga?" Cegado, fue guiado a la casa de Judas en Damasco, donde el Señor usó a Ananías para restaurarle la vista.

¡Qué transformación! El perseguidor se convirtió en seguidor, el antagonista se convirtió en creyente. Se convirtió en en el gran misionero a los gentiles; el que rompería la barrera de Europa y llevaría el evangelio al corazón de Roma mismo.

Pablo fue llamado a llevar el evangelio a los gentiles. Acompañado de Bernabé, Silas o Timoteo, fue a cada ciudad a proclamar a Cristo. Su método era ir a la sinagoga y enseñar como un rabí. Usualmente los judíos se resistían, pero él reunía seguidores. Él luego se quedaba en la ciudad, y se reunía con los creyentes en sus casas y continuaba predicando y enseñando siempre que fuese seguro. A veces le costaba golpes, azotes, prisión para hacer que se fuera. Miles creyeron y las iglesias se establecían en los hogares. Después de que Pablo se iba, a menudo le escribía a las iglesias para confirmar a los creyentes en la fe, corregir su doctrina o instruirlos en el comportamiento cristiano.

Llegó el día cuando Pablo no pudo evitar la encarcelación. Fue arrestado en Jerusalén, donde apeló a su ciudadanía romana. Fue transportado en la noche a Cesaréa, antes de ser enviado a Roma, donde permaneció en arresto domiciliario por 2 años. Pero aún podía predicar y enseñar y escribirles a las iglesias que él había plantado.

El trabajo inicial estaba hecho. La iglesia, firmemente establecida en Jerusalén, se había esparcido por el mundo romano. Miles de personas de todo tipo de vida habían creído. Y la llama que se encendió en Pentecostés aún arde fuerte hoy.

Viendo a Dios.Podemos conocer mejor a Dios a través de la historia de la iglesia relatada en Hechos. Considera lo siguiente:

En la venida del Consolador, vemos que Dios no deja a Su pueblo sin ayuda (Hechos 2).

En el establecimiento y crecimiento de la iglesia, vemos que Dios proveyó las necesidades espirituales y personales de los creyentes (Hechos 2:40-47).

En el denuedo de los discípulos, vemos el poder del Espíritu Santo disponible para nosotros hoy (Hechos 4:33).

En la persecución de los cristianos, vemos la forma en la que Dios cambia la adversidad en oportunidad y logro (Hechos 8:4).

En los viajes misioneros, vemos cómo Dios respalda Su comisión con Su ayuda (Hechos 16:20-26).