Superando las tentaciones: Lecciones de la vida de JesúsEjemplo

La segunda tentación de Cristo

En la segunda tentación de Cristo según el Evangelio de Mateo, Jesús fue llevado a la parte alta del templo y se le pidió que saltara para probar Su identidad. La ubicación es muy importante, ya que el templo es de naturaleza política. Bajo el regimén romano, Herodes había colocado una estatua de un águila dorada como lealtad a Augusto. Esto fue abominable para los judíos. Cuando los judíos patriotas trataron de derribarla, Herodes los rodeó y los ejecutó. Para los judíos, el templo era visto como el lugar gobernado por Roma o por Dios. Si Jesús hubiera saltado de la parte alta de templo y caído ileso, esto hubiera sido una prueba para los judíos de que Jesús era en verdad el Mesías y lo habrían coronado como su Rey.

Aunque esto hubiera sido muy atractivo políticamente y facilitaba que Él reclamara Su posición como 'Hijo de Dios', Jesús rechazó la oferta. Él mostró que Su identidad no es algo que se pudiera reclamar por un acto de gloria, pero sí por uno completamente opuesto, por medio de la cruz. Jesús rechazó cualquier oferta que no fuera legítimamente la de Su Padre. Él no estaba dispuesto tomar la vía fácil.

Nosotros, como seres humanos, siempre estamos tentados a tomar la vía fácil: obtener los beneficios sin el trabajo duro, ser más apreciados de lo que merecemos, obtener más posesiones materiales de las que ya poseemos. Nuestra tendencia a ser mucho más agradables a los ojos del mundo supera nuestra seguridad de nuestra identidad como hijos de Dios. Perdemos de vista el gran valor que tenemos al ser hijos de Dios y aceptamos ofertas que pueden exaltarnos en el mundo, ya sea en nuestro trabajo, en la iglesia, con nuestra familia o en cualquier lugar.

En estos pasajes podemos ver a Jesús completamente seguro de Su identidad como Hijo de Dios. Él no se deja seducir por las ofertas del mundo que al final llevan a la devastación. Que Dios abra nuestros corazones y nuestras mentes para entender verdaderamente nuestro valor como Sus hijos, que no seamos seducidos por las ofertas del mundo.