Guía tu mente, guarda tu corazón y cuida tu lenguaEjemplo

¿Recuerdas la emoción singular que la anticipación a la Navidad traía a tu corazón cuando eras un niño? Aún ahora, décadas después, miro hacia atrás y recuerdo los problemas que tenía para dormirme mientras contemplaba el maravilloso deleite que pertenecía solo a la mañana de Navidad. 

Para muchos de nosotros como adultos, los años han pasado rápidamente, y a menudo puede parecer como que cada vez hay menos que anticipar en la vida. Ya no miramos hacia adelante; al contrario miramos hacia atrás con la añoranza de lo que solía ser. 

Para un cristiano, la anticipación es mucho más que una emoción; la anticipación es la expectativa inquebrantable de que la bondad de Dios escribirá el final de todas nuestras historias. Mientras esperamos, mientras tenemos la esperanza y la expectativa de que la bondad de Dios se manifestará en nuestras vidas, ¡nuestra fe crecerá en proporciones gigantescas! Mientras añoramos que una oración sea respondida o una esperanza se vuelva tangible, a menudo nos encontramos luchando con Dios “en la espera". Sin embargo, ese es el mejor lugar para que nuestra anticipación pueda ser bellamente refinada y poderosamente transformada. ¡Recibir la fuerza del Señor es el gozo de la espera! 

La fuerza supera la preocupación, y el gozo disminuye el temor, mientras te unes a la naturaleza y al carácter de Dios mismo. La esperanza genuina tiene la poderosa capacidad de erradicar la preocupación de la mente y de neutralizar el miedo en lo más profundo de nuestra alma. La esperanza triunfa sobre la desesperación y da un brillo deslumbrante aun en los momentos más tristes que pasamos “en la espera.” 

¡Dios ha estado en tu futuro, y es bueno porque Él es Bueno! Es hora de dejar de lado el peso de tu pasado, de enterrar la devastación de tus decepciones, y de obtener nuevas fuerzas para los días venideros. Eso es laanticipación.

Aplicación personal: ¿Cómo despertarás la anticipación de la bondad y la gracia de Dios en tu vida?