Misión apostólica del discipulado IMuestra

La enseñanza en el discipulado de Jesús

La forma más pertinente de la gran comisión, con respecto al tema del evangelio del reino es «enseñando». Jesús enseñó a sus discípulos sobre la vida, valores y principios del reino, la misión del reino, los misterios del reino, y las relaciones dentro del reino; todo con miras a prepararlos para cumplir mejor su misión. Ahora tienen el mandamiento, de impartir a otros todo lo que Jesús les enseñó a ellos.

Por otro lado, también es valioso entender la distinción que hace Mateo, entre la proclamación y la enseñanza. Jesús predicó públicamente el evangelio del reino a todas las multitudes, pero a sus discípulos privadamente les enseñó y aclaró los misterios, leyes y principios del reino.

En su enseñanza no les da instrucciones y mandamientos que ellos tienen que seguir y obedecer de una manera legalista, como si fuera una nueva Torá. Más bien les enseña cómo tener una comunión vivencial con él y con los demás, cómo someter sus vidas a la voluntad de Dios, cómo amar, cómo practicar un nuevo tipo de justicia. Así que, al lado de la gran comisión deberíamos poner los otros dos grandes mandamientos, de amar a Dios y a los demás. El discipulado se vincula completamente con las relaciones.

Quizá nuestra preferencia es por la prédica y la proclamación. La enseñanza podría parecernos como una actividad más intelectual, académica y fría. Entonces, ¿cómo se explica el hecho, que la gran comisión no nos manda a «predicar el evangelio»? Es porque la misión tiene que ver con enseñar a la gente a vivir las enseñanzas de Jesús, no simplemente a predicar a la gente y lograr que hagan una oración. Es inconcebible, divorciar la vida del reino de amor y justicia, de la de ser discípulo.

Así como existe una dimensión de la proclamación pública de la Palabra, es vital que remarquemos la dimensión de la enseñanza privada de la Palabra, para que se cumpla la tarea del reino. La Palabra de Dios declara, que por falta de enseñanza el pueblo fracasa. 

En la misión de «hacer discípulos», se manifiesta la importancia de enseñar, a todos aquellos que son alcanzados. Algunos han entendido que la enseñanza es exclusividad de los seminarios, institutos o escuelas, y ¿qué de las congregaciones? Se nos olvida, que todos los creyentes también son discípulos, pero por falta de enseñanza se han convertido solo en congregantes.