Misión apostólica del discipulado IMuestra
Los cuatro «todos»
Puesto que se trata de «hacer» discípulos, y no de «ir», veamos los siguientes aspectos:
a) El todo de su poder. Toda potestad me ha sido dada...
Esta grandiosa tarea fue asignada por el Cristo resucitado, quien, después de vencer la muerte, el pecado y las potestades demoníacas, le fue entregado por el Padre todo dominio en el cielo y en la tierra. Basado en esta premisa, transfiere a los suyos, la responsabilidad de continuar su obra; ya que en su nombre y autoridad, nada ni nadie puede impedir que se alcance este grandioso proyecto de reino.
b) El todo de su propósito. Haced discípulos a todas las naciones…
Partiendo de la declaración inicial que Dios hizo a Abraham, que en su simiente o sea Cristo, serían benditas todas las familias de la tierra, vemos que el plan de Dios, es que todas las naciones le adoren y honren. Por lo tanto, es el Señor resucitado quien nos comisiona alcanzar a todas las naciones, hasta que se conviertan en sus servidoras.
Notemos que Jesucristo nos manda a hacer discípulos «a» todas las naciones, no a ganar adeptos «en» todas las naciones.
c) El todo de su Palabra. Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado...
Es claro que la base del discipulado, parte de la transmisión práctica de las verdades divinas, reveladas en su Palabra; esta tarea no puede fundamentarse en tradiciones ni doctrinas de hombres. Debemos enseñar, no que conozcan algunos textos bíblicos aislados, sino que guarden los principios de la Palabra.
La pedagogía discipular de Pablo fue: entrenar y enseñar con todo el consejo de Dios a todos los santos, proclamar el evangelio del reino y revelar las verdades de la gracia; para que la fe de los creyentes, no estuviese sustentada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
d) El todo de su presencia. Yo estoy con vosotros todos los días...
La garantía que tenemos para llevar a cabo con éxito esta noble tarea, es que el Señor no solamente está «en» nosotros sino que va «con» nosotros, para brindarnos su poderoso respaldo. Prueba de ello se registra en el evangelio de San Marcos, capítulo 16.
Una de las experiencias más seguras y gratificantes de la manifestación de la presencia de Dios en y con nosotros, es salir a cumplir la comisión que nos ha sido asignada, y no esperar que la gente venga, para predicarles.
Acerca de este Plan
Este devocional, nos muestra como la gran comisión no se trata solo de «ir». Por lo mismo, es importante reconocer que «ir», no es el verbo principal de dicha comisión. En realidad el único imperativo que encontramos en ella, es el «haced discípulos», y las demás formas verbales son participios. Esto significa que la misión apostólica del discipulado, es fundamentalmente, «hacer discípulos».
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Queremos agradecer a Basilio Patiño de acuerdo con El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com