Líderes parecidos a CristoMuestra

Adictos al control

Hay otro problema que sucede mucho dentro de nosotros y es nuestra incapacidad para soltar el control. Tendemos a ser fanáticos del control. A veces somos incluso tercos y testarudos. En 1986, hubo una horrible tragedia en el Mar Negro donde chocaron dos naves. Cientos de personas murieron y, una vez finalizada la investigación, lo que se informó fue aún más trágico. La evidencia mostró que no fue tecnología defectuosa la que causó el accidente ni el GPS, tampoco problemas de satélite ni nada técnico. Los dos capitanes de los barcos sabían de la otra nave y no quisieron ceder. Ninguno quiso ceder ante el otro, y como resultado, los dos barcos colisionaron, y cientos de vidas se perdieron.

Para que seamos líderes efectivos, debemos estar dispuestos a dejar de lado tener todo bajo control. Tenemos que ser capaces de combatir nuestra propia terquedad, nuestro pensamiento estrecho. Muchos barcos se hunden hoy en nuestro mundo, incluso dentro de la iglesia y dentro del cuerpo de Cristo, porque no podemos cambiar nuestros caminos. Muchas vidas espirituales se están perdiendo porque no podemos abrazar a todos con el amor de Cristo. El liderazgo cristiano no es obstinado y nunca se trata de controlar todo. Se trata de dejar ir y dejar a Dios, lo que es difícil de hacer.

Lo último en lo que quiero que pienses es en el hecho de que todos tenemos defectos. No somos perfectos. Para ser líderes cristianos efectivos en el mundo de hoy, debemos reconocer nuestros defectos. Ninguno de nosotros posee todas las habilidades o cualidades necesarias para hacer todo lo que se necesita hacer. Todos tenemos fallas y somos limitados.

La verdadera humildad es conocer tus limitaciones y saber que no puedes hacer todo por ti mismo. Cuando nos juntamos, con la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo, Dios reúne todos los dones de la comunidad cristiana ¡y las cosas suceden! Suceden cosas grandiosas porque ya no depende solo de usted y de mí, sino que comenzamos a depender de Dios. Tal vez, una de las preguntas que debemos hacernos hoy es: ¿Qué estoy haciendo para reconocer verdaderamente el liderazgo cristiano en mí mismo? Al mismo tiempo, al reconocer que tenemos muchos defectos, necesitamos depender de Dios. Porque solo Dios puede, por último, hacer todo lo que se necesita hacer.