Líderes parecidos a CristoMuestra

Escucha desde el corazón

En 1884, había una pareja que había perdido a su hijo adolescente en una horrible tragedia. La pareja, que estaba vestida de manera sencilla, solicitó una reunión con el presidente de la Universidad de Harvard. En aquel entonces, el presidente de Harvard era más accesible que el que tienen hoy, pero el hombre no sabía el propósito de la reunión. Durante la reunión, los padres preguntaron si podían conmemorar la vida de su hijo en Harvard. El presidente les ofreció varias opciones, como obtener una placa para honrar su vida u ofrecer una beca en su nombre. La esposa respondió: «no, señor, nos gustaría donar un edificio». El presidente puso los ojos en blanco. Él los miró de arriba abajo y exclamó: «¡Un edificio! ¿Tienen idea de cuánto cuesta un edificio? Tenemos más de siete millones y medio de dólares invertidos en la planta física de Harvard». La pareja permaneció en silencio y eligió levantarse e irse. Poco después de esa reunión, decidieron abrir su propia universidad, que lleva el nombre de su hijo, Leland Stanford University. Ese día, en la reunión con el presidente de Harvard, la pareja estaba lista para donar $26 millones de dólares para un edificio. Tenían millones para dar, pero fueron juzgados por su apariencia, sin saber realmente qué tan generosos eran o qué estaban dispuestos a hacer. Ahora puedes imaginar lo que fueron $26 millones en 1884. Fue suficiente dinero para comenzar Stanford, y lo hicieron.

Comparto esta historia con ustedes porque una de las primeras cualidades que necesita un líder cristiano y francamente, que todos necesitamos, es escuchar. Tenemos que estar dispuestos a escuchar. No solo las palabras que pronuncian las personas, sino escucharlas cuando hablan desde el corazón. Además, esté dispuesto a escuchar a los demás con el corazón. La verdadera humildad nos lleva a reconocer que realmente no tenemos todas las respuestas, ni sabemos todo. Hay mucho que tenemos que descubrir. La única forma en que sucede, es cuando abrimos nuestras mentes y corazones a Dios.