Una Iglesia Feliz y SaludableEjemplo

Acercamiento: Quitar la maldición En uno de los hospitales locales aquí en Milwaukee, el último piso es a donde van los bebés del alcoholismo fetal. El problema con esos bebés es que heredaron algo que originalmente no eligieron, heredaron de las madres bebedoras la dependencia del alcohol, y en consecuencia su vida jamás va a ser normal. Ahora, le tengo una noticia: usted y yo somos bebés de “pecado fetal”. Podemos llorar por eso, bailar tap por la misma razón, presentar todo tipo de excusas, o pensar en alguna otra cosa para distraernos, pero no nos podemos deshacer del virus del mal congénito. Todos venimos de los mismos dos primeros padres, que en el Jardín del Edén pensaron que estar unidos a Dios era una degradante esclavitud. Ahora todos vivimos bajo la triple maldición de Dios: el dolor, la muerte y el juicio. Sorprendentemente, el mismo Dios que condenó la rebelión también diseñó un plan de rescate. El profeta Isaías explicó el gran plan mesiánico con más claridad que nadie en el Antiguo Testamento: “Mas él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5). Este es el mensaje de amor y perdón que necesita un mundo que muere, y que su congregación le puede llevar a la comunidad.