Panorama de la oración: Pablo a los tesalonicenses, parte 3Muestra

El nombre del Señor es glorificado en nosotros

En la segunda parte del versículo 12, Pablo concluye, «conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo». La gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo, es el Señor mismo dentro de nosotros, como nuestra vida y suministro de vida. Es en virtud de esta gracia, que podemos llevar una vida que glorifique al Señor y haga que seamos glorificados en Él.

Esta glorificación, es conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. La gracia es mucho más que un favor inmerecido, la gracia es el Dios Triuno procesado, quien llega a ser el Espíritu vivificante y todo inclusivo, para que lo disfrutemos. Es en la medida que conocemos y crecemos en esta gracia, que la vida de Cristo se manifiesta en la nuestra.

El nombre de Cristo, significa «Ungido», según se reveló a sí mismo: por ejemplo, como el Ungido de Dios, el Salvador y Señor de los suyos. De ahí que, cuando ellos participan de su ungimiento, aceptan su salvación, y reconocen su señorío, entonces su nombre es glorificado en ellos, y esto, a su vez, refleja gloria sobre ellos. 

Esto indica la estrecha relación de comunión existente entre el Señor y los que son suyos. Su obra en los corazones de ellos refleja gloria sobre Él, la permanencia en Él significa gloria para ellos. Además, la gloria que ellos reciben no ha sido concedida conforme a norma de méritos humanos, porque entonces nada habría, es concedida a base de la norma de «la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo». 

Esta gracia se deriva de Dios nuestro Padre como la fuente, y es mediada por el Señor Jesucristo; por eso se puede decir que se deriva también de Él, el poder de la gracia para cumplir el propósito de Dios en los suyos.

Que los principios encerrados en esta corta, y sencilla, pero poderosa oración de la segunda carta de Pablo a los tesalonicenses, se conviertan en una sólida plataforma, desde la cual podamos cultivar un tiempo de intimidad con el Padre, para descubrir los buenos planes que Él tiene con nosotros en su propósito eterno, que hizo en Cristo, y los cuales, podemos realizar en el poder de su gracia, a fin de que Dios sea glorificado por medio de nuestras vidas y nosotros en Él.