Disciplinas Espirituales y Evangelismo Muestra
DÍA 9: COMUNIÓN
Nuestra fe no es nuestra. En nuestra cultura individualista del siglo 21 podemos pensar que hay dos personas importantes: Dios y nosotros. Nuestro discipulado persona se convierte en uno en el que creemos que siempre que tengamos a Dios, no necesitamos a otros. Incluso una lectura rápida de la escritura anula esta visión de la vida cristiana. El cuerpo de Cristo y la comunidad colectiva de la fe— sean los israelitas en el Antiguo Testamento, los judíos en la época de Jesús o los gentiles que fueron injertados—todos son familia.
El teólogo y experto N.T. Wright lo dice así: "Si Dios es nuestro padre, la iglesia es nuestra madre". Las palabras son del reformador suizo John Calvin... es imposible, innecesario e indeseable ser cristiano por ti mismo como si fueses un bebé recién nacido solo".
En Eclesiastés 4:9-12 se lee,
Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
La disciplina de la comunión comienza con una disposición y una apertura a ser vulnerables con otros. Cada uno de nosotros desea ser conocido y amado por quienes somos. En un mundo que alaba nuestros logros y galardones, anhelamos lugares de autenticidad. Si somos honestos, sabemos que no podemos mantener la mentira por mucho tiempo y deseamos profundamente conectarnos con otros que se sienten igual. En comunión, nos comprometemos a mostrar lo bueno, lo malo y lo feo a aquellos que viajan con nosotros.
En comunión, también trabajamos para reunirnos con nuestra comunidad con frecuencia. Hechos 2:46-47 es nuestro modelo:
Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo.
¡Todos los días! ¿Puedes imaginar eso? En medio de la actividad de la vida, ¿dónde estamos regularmente buscando comunidad para adorar a Dios y crecer en nuestra relación con Él así como con el Cuerpo de Cristo? No nos debemos sentir culpables o avergonzados si nos reunimos diariamente, pero, ¿estamos buscando comunión frecuente con otros cristianos para crecer y animarnos en nuestra fe y viceversa?
El pasaje de Hechos 2 no termina allí. Hay una conclusión en el v. 47: "Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos". ¡La comunión lleva al evangelismo! ¡Su adoración a Dios y su edificación en la fe resultó en corazones que sobreabundaron en la bondad de Dios sobre aquello que conocían! Pedro y Juan se jactan de ello en Hechos 4:20: "Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído". El evangelista D.L. Moody una vez dijo, "Cuando un hombre está lleno de la PAlabra de Dios no puedes mantenerlos quieto. Si un hombre tiene la Palabra debe hablar o morir".
La de de otros nos inspira y nos mueve a ser mejores testigos. ¡Y la doble bendición de la comunión es que somos movidos a ser mejores testigos, y entonces tenemos una comunidad de personas con quien regocijarnos acerca de lo que Dios está haciendo con nuestro testimonio! En la comunión verdadera hay alegría y llanto juntos. Se mueve hacia la unidad de un propósito único que es el de hacer que Dios se conozca en todas las formas posibles en y a través de nosotros.
Preguntas para la Reflexión:
- ¿Encuentras que la comunión con otros cristianos es inquietante o reconfortante? ¿Por qué?
- Da un ejemplo de cómo otro cristiano te ha bendecido y/o hablado a tu vida.
- ¿Con qué frecuencia estás pasando tiempo con otros hermanos en la fe?
- ¿Cómo puedes invertir más en otros cristianos de manera que ocurran con más frecuencia conversaciones fructíferas sobre el Evangelio?
Acerca de este Plan
Las disciplinas espirituales cumplen un rol muy específico en la experiencia cristiana—ellas llevan a los creyentes a ser más como Jesús en nuestros pensamientos, palabras y acciones. ¿Cómo se traduce esto en nuestro llamado a mostrar y compartir el amor de Jesús con otros? ¡Las Disciplinas Espirituales y el Evangelismo incluye ocho disciplinas espirituales diseñadas para ayudarte a crecer en tu propia fe de una forma que sobreabundará para otros!
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