Disciplinas Espirituales y Evangelismo Muestra
DÍA 6: CONFESIÓN
No es divertido admitir que estamos equivocados, especialmente cuando hemos herido profundamente a otra persona. En una edición de 1993 de Hoy en el Mundo, encontramos esta historia:
En el cuarto de aseo de club en Londres, ocurrió que el editor periodístico y político William Beaverbrook conoció a Edward Heath, para entonces un miembro joven del Parlamento, sobre quien Beaverbrook había publicado una editorial insultante unos días antes. "Mi querido amigo", dijo el editor, avergonzado por el encuentro, "he estado pensando al respecto, y estaba equivocado. Aquí y ahora, deseo disculparme". "Muy bien, le gruñó Heath, "pero la próxima, quisiera que me insulte en el cuarto de aseo y se disculpe en su periódico".
La única forma de estar bien con Dios y con otros es a través del camino difícil. A veces, con la gente, podríamos no recibir el perdón cuando confesamos, pero con Dios nunca es así. Primera de Juan 1:9 dice, "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad". Dios siempre perdona.
La disciplina de la confesión comienza con un corazón humilde que quiere ser perdonado. En Salmos 32:3, David dice, "Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día". Reconocemos que nos quedamos cortos en lo que Dios quiere que seamos. A veces, nuestro pecado parece más profano y feo; otras, es sutil y silencioso. Ambos ofenden a Dios, ambos deben llevarnos a nuestras rodillas. Solo debemos estar a derecho con Dios.
A.W. Tozer, en El Conocimiento del Santo, lo dice así:
Hasta que nos hayamos visto como Dios nos ve, es poco probable que nos incomodemos por condiciones a nuestro alrededor mientras no salgan de nuestras manos al punto de amenazar nuestra cómoda manera vivir. Hemos aprendido a vivir con lo profano y hemos llegado a verlo como lo natural y esperado.
Lo maravilloso es que cuando confesamos a Dios, Él siempre perdona. Siempre. Solo unos versos más adelante en el Salmo 32, David es movido a la acción: "Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado"(v.5). En la confesión, respiramos un suspiro de descanso sabiendo que somos perdonados. Dios echa nuestros pecados tan lejos como están el este del oeste.Perdonado para siempre.
¿Qué tipo de Dios es este que no guarda rencor y nunca trae de vuelta nuestras iniquidades? Es el Dios que queremos que todos conozca. Es el Padre del hijo pródigo. Al haber experimentado completamente la libertad del perdón, extendemos gracia y misericordia a otros. La confesión verdadera que lleva al perdón completo impacta todo lo que hacemos y las relaciones que tenemos. El fruto de la amabilidad, la bondad y la gentileza salen de nosotros naturalmente.
Finalmente, la disciplina nos empodera para mostrar y compartir el mensaje del Evangelio con aquellos que todavía no conocen a Jesús. La metanarrativa es fluir con historias de la misericordia y la bondad de Dios hacia aquellos que han pecado en Su contra. Deseamos que todos sepan que son verdaderamente amados en Cristo y perdonados por sus pecados. Hablamos del amor que derrota la culpa y la vergüenza para siempre.
Preguntas para la Reflexión:
- ¿Encuentras la confesión inquietante o reconfortante? ¿Por qué?
- ¿Cómo te ha encontrado Dios durante tiempos de confesión en el pasado?
- ¿De qué maneras puedes usar la confesión para acercarte al corazón de Dios?
- ¿Cómo ves el rol de la confesión en el evangelismo personal?
Escrituras
Acerca de este Plan
Las disciplinas espirituales cumplen un rol muy específico en la experiencia cristiana—ellas llevan a los creyentes a ser más como Jesús en nuestros pensamientos, palabras y acciones. ¿Cómo se traduce esto en nuestro llamado a mostrar y compartir el amor de Jesús con otros? ¡Las Disciplinas Espirituales y el Evangelismo incluye ocho disciplinas espirituales diseñadas para ayudarte a crecer en tu propia fe de una forma que sobreabundará para otros!
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