Por esta causa doblo mis rodillasMuestra

La oración apostólica sabe que se necesita experimentar a Cristo de manera objetiva

Ésta es una oración por la experiencia. La necesidad es que veamos lo relacionado con el Cuerpo de Cristo, que veamos cómo el Cuerpo llega a existir y cómo está constituido. Sin embargo, no es suficiente ver la revelación; también necesitamos experimentar lo que vemos. 

Pablo introdujo el concepto del cuerpo de Cristo de manera magistral. En la carta a los Corintios, habla que somos el cuerpo de Cristo y miembros cada uno en particular. Esta declaración es muy profunda. Un cuerpo está totalmente interdependiente para funcionar. Los órganos, los tejidos, aún las células, se necesitan una a otras para mantener la vida de ese organismo. Cada uno tiene características específicas que le permiten cumplir su función con eficiencia y eficacia. Pablo estaba ilustrando de la mejor manera para la mente humana, que como hijos de Dios y partes interdependientes, nos necesitamos unos a otros para edificarnos y cumplir un propósito. 

Para él estaba claro que un cuerpo no se lastima a sí mismo, sino que se ayuda a sanar cuando se enferma, o se cuida y protege cuando una de sus partes lo necesita. Ayudarnos, perdonarnos, sostenernos, es lo menos que como miembros de la iglesia de Cristo debemos hacer con niños en la fe que necesitan de nuestra intervención. No para señalarlos y cuestionarlos, sino para que con amor los enseñemos y levantemos, para que juntos podamos experimentar a Cristo.

Debido a que necesitamos conocer a Cristo de una manera subjetiva, Pablo oró que fuéramos fortalecidos con poder en el hombre interior para experimentarlo de manera objetiva. 

La verdadera oración apostólica se hace en hijos que entienden que no se trata de ellos sino de Cristo, y que Cristo está de manera corporativa en la tierra, representado por cada uno de los hijos de Dios. Entonces, si eres un hijo de Dios maduro, no haces oraciones contra otros hijos de Dios. Si se te ha iluminado, no reclamas ni contiendes con otros hijos de Dios. Si se te iluminó, sumas a la causa en el lugar donde Dios te colocó, con la función que el Espíritu Santo te asignó y desarrollando el ministerio con las gracias que se te fueron entregadas.