Ladrillos y cocinas color rosaMuestra

La voluntad de Dios requiere a Dios

Después de que el faraón derramara agua fría sobre la flama de la zarza ardiente de Moisés, cuando dijo algo como: «No voy a dejar ir a tu pueblo y, en lugar de ello, haré que su situación sea todavía más intolerable», Moisés recurre al Señor. Y una y otra vez, Dios le recuerda a Moisés que Él es el Señor. El es Dios y le reitera lo que va a hacer. La voluntad de Dios requiere a Dios. No hay otra manera. Descubre a Dios y descubrirás su voluntad. Descubre su voluntad y podrás atravesar con Él cualquier dificultad que venga. Él es más poderoso de lo que te puedas imaginar, y tú y tus luchas son parte de su historia.

Hay un momento en el libro de C. S. Lewis El príncipe Caspian que ilustra esto en una manera hermosa. Lucy se reencuentra con el gran león Aslan, el legítimo rey de Narnia, a quien ella ha llegado a amar y en quien confía. Aslan representa a Cristo en la historia:

La gran bestia rodó sobre su costado para que Lucy cayera reclinada entre sus garras delanteras. Se inclinó y tocó su nariz con su lengua. Su cálido aliento llenó todo a su alrededor y ella contempló su grande y sabio rostro.
—Bienvenida, hija —dijo.
—Aslan —dijo Lucy—, ¡eres más grande!
—Eso es porque tú has crecido pequeña —respondió.
—¿No porque en realidad seas más grande?
—No lo soy. Sino que cada año que crezcas me encontrarás más grande. ¹

Cada año que crezcas en Cristo y cada vez que soportes la dificultad y continúes buscándolo como tu guia, lo encontrarás más grande. A medida que nuestros hijos crecen, pareciera que los padres nos hacemos más pequeños. A los tres años somos sus superhéroes, pero cuando son adolescentes, ellos piensan que lo saben todo. Nuestras cocinas rosas ya no parecen ser lo suficientemente grandes para entretener su curiosidad. Pero Dios, conforme lo vamos conociendo a través del tiempo, se vuelve más grande, no más pequeño. Cuando la vida se torne difícil (y lo hará), y seguir su voluntad se te dificulte (y lo será), imagínate a ti mismo entre las zarpas gigantes de un león grande y amoroso, donde nada puede tocarte sin pasar primero a través de Él. Entonces imagínate su aliento besándote con la dulzura de la gracia, descansa allí. Estás siendo abrazado por el gran León de la tribu de Judá, Jesucristo; y Él te guiará a su voluntad cuando corras hacia Él.

Nota
1. C .S. Lewis, Prince Caspian [El príncipe Caspian] (New York: Harper Collins, 1951) p. 380.