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¿La gloria de Dios o tu propio alivio?

El pequeño libro Red Sea Rules [Reglas del Mar Rojo] ofrece consejos excelentes para cualquiera que esté luchando con dificultades y tenga la esperanza de encontrarse en la voluntad de Dios. La Regla del Mar Rojo #2 dice: «Preocúpate más por la gloria de Dios que por tu propio alivio». ¿Qué es lo que hacemos la mayoría de nosotros cuando pasamos por un momento difícil? Nuestra primera reacción, suele ser decir: «¡Oh Dios, sácame de esta!». No nos gustan las dificultades, no las queremos y no nos inscribiríamos a ellas si fueran una clase optativa. Pero casi nunca lo son. El pastor Charles Stanley dice:

Ninguno de nosotros levantaríamos la mano ni nos ofreceríamos como voluntarios para experimentar decepción o tristeza. No obstante, Dios hace su obra más grande en los tiempos difíciles. Precisamente, es el momento en que necesitamos recordar que lo que sea que nos acerque a Dios es bueno para nosotros. Si la vida está yendo realmente bien, quizá no pensemos seriamente acerca de la manera en que Dios nos ve. Pero si somos confrontados con una decepción profunda o una tristeza arrolladora, responderemos clamando a Él. Cuando lo hacemos, sucede una cosa maravillosa: Voltea en nuestra dirección; abre sus brazos y nos acerca a Él. ¹

La clave para superar cualquier batalla, oposición o dificultad es rendirse al proceso y buscar la gloria de Dios por sobre todo. No me mal interpretes: podemos orar por liberación. Jesús lo hizo. Pero si Dios en lugar de ello decide que permanezcamos en el lugar difícil, de hecho es posible que nosotros escojamos el sacrifico personal para su gloria (Jesús también escogió el sacrificio personal).

Preocúpate más por la gloria de Dios que por tu propio alivio. El mundo le dice a los que batallan: «No tienes porque aguantar eso. Renuncia. Aligérate la vida». Pero en la gran historia de Dios, hay mucho más en juego que tu propia tranquilidad y comodidad: su gloria está en juego. "Considérense muy dichosos," dice Santiago, "cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia." Y, más adelante, también dice: "Dichoso el hombre que resiste la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman".

Nota
1. Charles Stanley, Landmines in the Path of the Believer [Minas terrestres en el camino del creyente] (Nashville, TN: Thomas Nelson, 2007), p. 39.